El
viento sopla en toda la superficie del
planeta, sin embargo su actividad como
agente morfogenético eficaz es muy
variable. En efecto, el viento es capaz de
efectuar un trabajo geomorfológico
a partir de una cierta velocidad de
aproximadamente 4,5 m/seg, a partir de la
cual puede comenzar a movilizar arenas
secas de grano medio, según lo
definido experimentalmente por Bagnold, R.
Su acción es particularmente
importante en los medios naturales con
escasa vegetación como los
litorales marinos y en especial, las
vastas extensiones de los desiertos.
Sólo los vientos fuertes
efectúan erosión y
transporte, por ello su velocidad es
quizás una característica
más importante que su frecuencia.
La actividad del viento proviene de la
energía que produce, la cual es
dispersada en parte por la
agitación en remolinos del flujo de
aire y por el roce con la superficie del
suelo, la energía restante se
utiliza en el transporte y en el trabajo
geomorfológico de erosión o
depósito.