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El
viento es un agente de erosión muy
eficiente, y su acción,
particularmente en zonas de climas
áridos, semiáridos y
desérticos, es responsable del
transporte y depósito de grandes
volúmenes de sedimentos con el
desarrollo de un paisaje eólico
típico.
El diámetro de los granos de arena
transportados por el viento promedia entre
0.15 y 0.30 mm, con algunos granos finos
hasta 0.006 mm, todas las
partículas menores de 0.006 mm se
clasifican como polvo. Un grano del
tamaño del polvo es llevado a gran
altura en el aire y un grano del
tamaño de la arena es llevado hacia
adelante cerca del suelo por
saltación
(ver figura 1).
Conforme el tamaño de la
partícula aumenta, crecen
también la atracción de la
gravedad y la resistencia del aire.
Las partículas de la superficie del
suelo son transportadas por el viento de
tres maneras:
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Por
arrastre: las
partículas más
gruesas (500 - 2000
micrones).
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Por
saltación: las
partículas medianas (100 -
500 micrones).
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En
suspensión: las
partículas más
pequeñas y livianas (<
100 micrones, 0,2 mm).
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La saltación mueve las
partículas por pequeños
saltos, en la dirección de
proveniencia del viento y normalmente no
las remueve a más de 1
centímetro de altura sobre el
suelo. Un grano individual rueda hacia
adelante impulsado por el viento, hasta
que rebota con un segundo grano. Una vez
en el aire, es llevado hacia adelante por
el viento y atraído hacia el
terreno por la gravedad. Sigue una
trayectoria parabólica cayendo
sobre el terreno con un ángulo
entre 10º y 16º
(ver figura 2).
Para arenas secas de grano media la
velocidad mínima necesaria para
transportarlas es de 4,5 m/seg. Por otra
parte, los granos al chocar entre ellos,
se golpean adquiriendo pequeñas
picaduras que les otorgan una aspecto mate
característico.
La capacidad erosiva del viento depende de
su velocidad y su capacidad de transportar
partículas depende del
tamaño de las mismas, puesto que
los granos presentan una resistencia al
transporte que es proporcional a su
diámetro y por ende, a su masa. La
velocidad del viento aumenta
rápidamente con la altura por
encima de la superficie del terreno. El
flujo es en movimientos ascendentes lo
cual afecta la capacidad del viento en el
transporte de pequeñas
partículas de material. Así,
a lo largo de la superficie del terreno
hay una zona delgada donde el aire no se
mueve, o se mueve muy poco,
independientemente de la velocidad que
exista hacia arriba. El espesor de esta
zona depende del tamaño de las
partículas que cubren la
superficie. Esta "zona sin movimiento", es
de alrededor de un trigésimo del
diámetro medio de los granos de la
superficie (ver figura 3).
Así, sobre una superficie de
guijarros distribuidos regularmente, con
un diámetro medio de 30
milímetros, la zona sin movimiento
es de alrededor de 1 milímetro de
espesor, según los experimentos de
Bagnold, R.1941, ingeniero inglés
quién efectuó las
observaciones experimentales más
significativas del movimiento de las
arenas eólicas.
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