Tal como ocurre con el desarrollo de las gónadas, en los embriones humanos entre la quinta y la sexta semana de desarrollo se encuentran presentes los esbozos de la vía genital masculina (conductos mesonéfricos o de Wolff) y de la vía genital femenina (conductos paramesonéfricos o de Müller).


Los conductos mesonéfricos han aparecido tempranamente hacia el día 26, participando de un sistema de excreción renal transitorio en el embrión. En cambio, los conductos paramesonéfricos aparecen más tardíamente, hacia finales de la quinta semana, como una evaginación longitudinal del epitelio celómico que se extiende el tercer segmento torácico hasta la región posterior del seno urogenital, dispuestos lateralmente al conducto mesonéfrico. La historia final de estos conductos va a depender del sexo del embrión.


Embrión de 7 semanas


Como vimos anteriormente, el cromosoma Y gatilla una cascada de eventos que involucran a: La proteína SRY, que induce la diferenciación testicular. La hormona antimülleriana, producida por las células de Sertoli, que provoca la regresión del conducto paramesonéfrico. La testosterona, producida por las células de Leydig, que induce la diferenciación de la vía genital masculina. En ausencia del cromosoma Y la tendencia natural del organismo es la de diferenciar la vía genital femenina.


Animación: Etapa indeterminada

Conductos genitales masculinos

Como vimos en el capítulo precedente, hacia la novena semana de desarrollo la rete testis, formada por la convergencia de los túbulos seminíferos hacia la zona posterior de la gónada en desarrollo, toma contacto con una veintena de túbulos mesonéfricos que no han degenerado, los túbulos epigenitales, que formarán los conductos eferentes. Los túbulos mesonéfricos caudales al testículo, los túbulos paragenitales, pierden conexión con la rete testis y degeneran formando una masa tubular, en relación con el polo inferior del testículo, el paradídimo.


Embrión de 8 meses

Bajo la influencia de la testosterona los conductos mesonéfricos continúan su desarrollo aún cuando las unidades excretoras mesonéfricas están involucionando. Así, hacia la octava semana, el extremo craneal del conducto mesonéfrico involuciona formando el apéndice del epidídimo, mientras que el resto de su trayecto dará origen al epidídimo y al ducto deferente; éste último caracterizado por presentar una gruesa túnica muscular lisa.

Hacia la décimo segunda semana se produce la conexión entre la rete testis y los conductos epigenitales o conductos eferentes, estableciéndose entonces una vía desde los túbulos seminíferos hasta el ducto deferente.

En el extremo caudal del ducto mesonéfrico surge una evaginación lateral que dará origen a la vesícula seminal; la porción del conducto mesonéfrico extendida entre esta glándula y la uretra da origen al conducto eyaculador.

Hacia la décima semana, desde la porción pelviana del seno urogenital, surgen brotes epiteliales endodérmicos que se evaginan hacia el mesénquima vecino para formar la próstata.

El tejido epitelial formará los acinos glandulares y el mesénquima dará origen al tejido muscular liso y al tejido conectivo de la próstata. Precozmente, hacia la décimo tercera semana, comienza la actividad secretora de esta glándula. A medida que se desarrolla la próstata, caudal a ella, desde el endodermo de la porción pelviana del seno urogenital, surge un brote epitelial que dará origen a las glándulas bulbouretrales.


Embrión de sexo masculino de 14 semanas

Conductos genitales femeninos

En ausencia de factores virilizantes, el conducto mesonéfrico (Wolff) involuciona y se produce el desarrollo del conducto paramesonéfrico (Müller).


Embrión de 7 semanas

El conducto paramenonéfrico presenta una porción craneal, vertical, una porción media, que cruza por ventral al conducto mesonéfrico y una porción caudal que tomando contacto con el conducto homólogo del lado opuesto desemboca en el seno urogenital. La porción craneal y media del conducto mesonéfrico persisten como un conducto delgado y largo, dando origen a las trompas uterinas. Su extremo craneal se abre a la cavidad celómica a través del ostium abdominal y su borde libre formará el infundíbulo y las fimbrias.

El epitelio celómico envuelve a las trompas y posteriormente formará el mesosalpinx.

La porción caudal de los conductos paramesonéfricos se fusionan formando el primordio úterovaginal. El proceso de fusión procede desde caudal hacia cefálico, dando origen al conducto úterovaginal. La porción cefálica de él formará el útero y la porción caudal, junto como una extensión del seno urogenital, formarán la vagina. El mesénquima esplácnico que rodea al útero forma el miometrio y el epitelio celómico que lo cubre formará el perimetrio.


Embrión de sexo femenino de 9 semanas

La fusión de los conductos paramesonéfricos levanta al epitelio celómico que los cubre, formando un pliegue en el plano frontal dispuesto entre el recto y el seno urogenital, dando origen a los ligamentos anchos del útero.



Embrión de sexo femenino de 20 semanas

En algunos mamiferos inferiores el útero adopta una forma bipartita, utero bicornio, al producirse la fusión parcial de los conductos paramesonéfricos. En la formación de la vagina participan dos elementos embrionarios: el conducto úterovaginal, producto de la fusión de los conductos paramesonéfricos, que forma el tercio superior de la vagina y el seno urogenital que dará origen a los dos tercios inferiores de ella.

Durante el tercer mes de vida intrauterina, desde el endodermo del seno urogenital surgen dos brotes epiteliales, los bulbos sinovaginales, que crecen hacia el conducto úterovaginal. Los bulbos sinovaginales se fusionan para formar una placa vaginal sólida, interpuesta entre el seno urogenital y el canal útero vaginal.

A medida que prolifera la placa vaginal el útero en desarrollo se aleja del seno urogenital y, hacia el cuarto mes, el extremo inferior de la placa se posiciona la pared posterior del seno urogenital definitivo. Durante el quinto mes la placa vaginal de canaliza pero en el orificio inferior de la vagina persiste una delgada lámina epitelial perforada, el himen, que lo separa del seno urogenital. La membrana mucosa que cubre las paredes vaginales deriva entonces del epitelio endodérmico del seno urogenital.


Embrión femenino de 20 semanas


Feto de sexo femenino de 12 semanas

A partir de la uretra se desprenden brotes epiteliales que crecen hacia el mesénquima circundante para formar las glándulas uretrales y parauretrales (de Skene); elementos que son homologables a la próstata de los fetos masculinos. Desde el endodermo del seno urogenital surgen evaginaciones epiteliales en la zona vecina al orificio vaginal, que conforman glándulas vestibulares mayores (de Bartholin), elementos homologables a las glándulas bulbouretrales (de Cowper) de los fetos de sexo masculino.

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