La quemadura es un accidente que produce una profunda
crisis en el niño y su familia, experimentado como una agresión
física y psicológica que provoca un cambio abrupto respecto
a su vida anterior.
Si bien un alto porcentaje de las lesiones es susceptible
de ser tratado en forma ambulatoria, existe un número importante de
niños que requieren hospitalización en los cuales el esfuerzo
por salvar la vida o recuperar los segmentos afectados demandarán
sucesivas intervenciones con el consiguiente dolor, estrés, y pérdida
de la autonomía.
Quemaduras profundas en zonas especiales, requerirán
ser injertadas precozmente, con piel que esté de acuerdo a las
características y necesidades de la zona receptora. Injertos
tardíos o inapropiados redundarán al corto plazo en importante
pérdida estética, y la formación de cicatrices
hipertróficas periféricas que generan, sumado al proceso
de contracción del injerto, disminución de arcos de movimiento
y por ende, de capacidad funcional.