El tallo principal, que es hueco y muy
delgado en la base, va engrosándose progresivamente hacia la parte
alta; dependiendo de la precocidad del cultivar, puede emitir desde 6 hasta
más de 20 nudos vegetativos por planta. Los cultivares precoces
presentan seis a ocho nudos vegetativos, los semiprecoces 9 a 11, los semitardíos
12 a 14, y los tardíos 15 o más (Figura 5).
Figura 5. | Cultivar precoz mostrando su primera inflorescencia en el nudo nueve; el cultivar semiprecoz está iniciando su floración en el nudo 10. |
A partir de la emergencia de las plantas
comienza una producción sucesiva de nudos vegetativos en el tallo
principal; los internudos, en tanto, van siendo cada vez más largos,
hasta alcanzar su máxima longitud al producirse el primer o segundo
nudo reproductivo. En este sentido, al utilizar fechas óptimas de
siembra, los primeros tres internudos en los cultivares de follaje convencional
alcanzan entre 1 y 2 cm de largo; los internudos cuatro y cinco, por otra
parte, logran un promedio de 2 a 3 cm de largo. Desde el nudo seis hacia
arriba, en tanto, en los cultivares precoces se produce una mayor elongación
promedio de los internudos que en los cultivares semiprecoces y semitardíos,
alcanzándose normalmente valores que fluctúan entre 4 y 5
cm en el nudo seis, y entre 7 y 9 cm en los nudos nueve y diez; estos últimos,
en el caso de los cultivares precoces, pueden corresponder al primer, segundo
o tercer nudo reproductivo. En los cultivares semitardíos los internudos
también continúan siendo más largos en la medida que
el tallo principal va creciendo, y aunque los valores máximos también
pueden llegar a ser del orden de 9 cm en los primeros dos nudos reproductivos
(nudos 13 a 15), la elongación que alcanzan en promedio los distintos
internudos es menor que la que se produce en los cultivares precoces. Una
vez alcanzado el valor máximo de elongación, comienza a acortarse
cada vez más la distancia entre los nuevos nudos reproductivos que
se van produciendo; así, el último internudo llega a medir
entre 3,5 y 5,5 cm en los cultivares precoces y entre 2,0 y 3,5 cm en los
cultivares semitardíos.
En todos los cultivares las plantas generalmente
presentan un hábito de crecimiento erecto hasta el comienzo de la
floración. Posteriormente, debido al mayor grosor que va adquiriendo
el tallo, al aumento que se va produciendo en la longitud de los internudos,
al mayor número de folíolos que van teniendo las hojas y
al peso de las vainas, las plantas comienzan a tenderse, hasta llegar al
punto en que muchas veces las vainas producidas en el primer nudo reproductivo
entran en contacto con el suelo.
En fechas óptimas de siembra, el
tallo principal puede alcanzar en definitiva una longitud de 0,5 a 0,75
m en los cultivares precoces y de 0,8 a 1,2 m en los cultivares semitardíos.
Cabe destacar que en los cultivares áfilos, cuyas plantas se caracterizan
por no presentar hojas, tanto la altura como el largo promedio de los internudos
son menores.