Entre los accidentes infantiles, las quemaduras constituyen
una de las causas más importantes y trascendentes en término
de las secuelas físicas, psicológicas y sociales, que
en muchos casos acompañan a la persona durante toda la vida.
La mejor y única estrategia para controlar este
problema es la prevención, la que debe estar orientada
a los grupos más vulnerables (niños menores) y realizada
por las personas más cercanas a ellos: sus padres y/o cuidadores
directos (profesores, educadoras de párvulos).
Al considerar como criterio el continuo salud - enfermedad,
las actividades que se realizan en salud se organizan en niveles de
prevención, según sea el estado de salud de la persona,
familia o comunidad a las que están dirigidas:
Prevención
Primaria
Prevención
Secundaria
Prevención
Terciaria
Así, la prevención primaria
es el conjunto de medidas que se aplican en el manejo del proceso
salud - enfermedad antes que el individuo se enferme. En otras
palabras, son las acciones destinadas a prevenir la aparición
de enfermedades.
Si las quemaduras se consideran como hechos que alteran el estado
de salud de un individuo, se puede decir que todas las actividades
destinadas a evitar que el accidente ocurra, pertenecen al nivel
de prevención primaria.
Ejemplos de esto son la capacitación de monitores en escuelas
y jardines infantiles, la educación a padres durante el
control del niño sano y campañas nacionales de prevención
de quemaduras.
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La
prevención secundaria corresponde a las acciones
destinadas a la detección precoz de la enfermedad y su
tratamiento oportuno. Incluye acciones de recuperación
de la salud.
En el niño quemado, estas medidas comienzan a aplicarse
desde el momento en que el niño sufrió el accidente,
participando en ellas, tanto el adulto que estuvo con el niño
desde un inicio, como toda persona miembro del equipo de salud
que interactúa con él y su familia.
Ejemplo de esto son las medidas que tomaron en la casa con el
niño accidentado, antes de acudir al servicio de urgencia,
tiempo transcurrido desde el accidente y la consulta, primera
curación realizada, entre otras acciones.
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La prevención terciaria se refiere a las acciones
de rehabilitación brindadas a las personas a fin de que
puedan utilizar sus capacidades y de esta manera, reintegrarse
a la sociedad.
Con el niño quemado este nivel de prevención es
de gran relevancia, ya que de éste va a depender el grado
de autovalencia y reinserción a la sociedad.
Es así como el trabajo de kinesiólogos, fisioterapeutas,
terapeutas ocupacionales, psicólogos y educadores, entre
otros es imprescindible, para que un niño secuelado tanto
física como psicológicamente, pueda nuevamente realizar
las actividades que llevaba a cabo antes del accidente.
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