La primera circunnavegación de la tierra
Sevilla Al sur del Río de la Plata Estrecho de Magallanes Océano Pacífico Filipinas Océano Indico

 


Sevilla
La expedición que haría por primera vez la hazaña de dar la vuelta al mundo, fue aprovisionada en Sevilla e inició su periplo desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519. Se componía de cinco embarcaciones: la Trinidad, nave capitana al mando de Magallanes, la Concepción, capitaneada por Gaspar de Quezada y con Juan Sebastián Elcano como contramaestre, la San Antonio, mandada por Juan de Cartagena, la Santiago, con Juan Serrano a la cabeza, y la Victoria, dirigida por Luis de Mendoza. La dotación estaba formada por 237 hombres, la mayoría de los cuales nunca más regresaría a España.
En cuanto a los bastimentos que la flota llevaba consigo, "el alfa y omega de la alimentación lo constituye la galleta de barco: veintiún mil trescientas ochenta libras [1 libra=460 gramos] ha mandado cargar Magallanes, que cuestan, junto con los sacos que la contienen, trescientos setenta y dos mil quinientos diez maravedíes; hasta donde llegue la humana previsión, este colosal racionamiento puede durar dos años. Al leer la lista de provisiones de Magallanes, más bien se imagina un trasatlántico moderno de veinte mil toneladas, que cinco cúteres pesqueros sumando en total unas quinientas o seiscientas toneladas -diez toneladas de aquella época equivalen a once las actuales-. ¡Qué no habrá amontonado en el espacio estrecho y húmedo! Cerca de los sacos de harina, de judías, lentejas, arroz y todas las legumbres imaginables, hay cinco mil seiscientas libras de carne y de tocino, doscientos barriles de sardinas, novecientos ochenta y cuatro quesos, cuatrocientas ristras de ajo y cebollas; agréguese toda clase de sabrosos requisitos como mil quinientas doce libras de miel, tres mil doscientas libras de uva de Málaga, pasas y almendras, abundancia de azúcar, vinagre y mostaza. Siete vacas -pero poco vivirían los buenos cuadrúpedos- son subidas a bordo todavía a última hora: con ellas hay leche a discreción para los primeros tiempos y, para lo sucesivo, carne fresca comestible. Pero a los recios muchachos les importa más el vino como bebida habitual. Para mantener los ánimos de la tripulación, Magallanes mandó comprar en Jerez lo mejor de lo mejor, y nada menos que cuatrocientos diecisiete odres y doscientos cincuenta y tres toneles, con lo que quedaba asegurado teóricamente por dos años la bebida en la mesa de los marineros". Fuente: Stefan Zweig, Magallanes, Ed.Juventud, Barcelona, 1990, pág.93.

 


Al sur del río de la Plata
A principios del año de 1520, la escuadra de Magallanes se encontraba recorriendo el litoral oriental de Sudamérica. Al llegar a la desembocadura del río de la Plata, el capitán pensó que había hallado el ansiado paso hacia el Mar del Sur, pero al internarse con su flota notó que sólo se trataba de un inmenso caudal de agua dulce que no conducía a las Molucas. A ello se sumó el cambio de clima y paisaje, pues la baja de las temperaturas a la altura de la Patagonia fue muy brusca y el paisaje costero se volvió cada vez más árido. Entonces, empezó a cundir el descontento entre la tripulación y una creciente desconfianza hacia la persona de Magallanes, quien había pronosticado que el paso estaría en esa latitud.
El 31 de marzo los navegantes llegaron a la bahía de San Julián, donde Magallanes ordenó el desembarco para invernar por espacio de cinco meses. Durante esta estadía la nave Santiago naufragó en labores de exploración y comenzaron a producirse motines acaudillados por los capitanes de las distintas embarcaciones. Según Antonio Pigafetta, cronista de este viaje, "los traidores eran Juan de Cartagena, veedor de la escuadra; Luis de Mendoza, tesorero; Antonio Coca, contador; y Gaspar de Quezada. El complot fue descubierto: el primero fue descuartizado y el segundo apuñalado. Se perdonó a Gaspar de Quezada, que algunos días después meditó una nueva traición. Entonces, el capitán general, que no se atrevió a quitarle la vida porque había sido nombrado capitán por el mismo emperador, le expulsó de la escuadra y le abandono en la tierra de los patagones con un sacerdote, su cómplice".

 


Estrecho de Magallanes
Tras reanudar la navegación, Magallanes continuó rumbo al sur a pesar de las quejas de muchos de sus acompañantes, quienes querían regresar. El día 21 de octubre de 1520, la expedición dió la vuelta al cabo Vírgenes y entró, por fin, en lo que posteriormente sería conocido como el estrecho de Magallanes. En maniobras de exploración, el navío San Antonio aprovechó de desertar y emprendió raudamente camino a Europa.
Tras recorrer durante aproximadamente un mes el estrecho, las tres embarcaciones que quedaban lograron su propósito de alcanzar el océano Pacífico, adonde salieron el 28 de noviembre. Antonio Pigafetta señala respecto a lo vivido: "La tierra de este estrecho, que a la izquierda se vuelve hacia el Sudeste, es baja. Le dimos el nombre de estrecho de los Patagones. Cada media legua se encuentra un puerto seguro, con agua excelente, madera de cedro, sardinas y abundantísimos mariscos. Hay también hierbas, algunas de las cuales eran amargas, pero otras eran comestibles, sobre todo una especie de apio dulce que crece junto a las fuentes, del que comíamos a falta de mejores alimentos. En fin, yo creo que no hay en el mundo mejor estrecho que éste. En el momento que desembocamos en el océano fuimos testigo de la caza curiosa que algunos peces daban a otros peces".

 


Océano Pacífico
Las peores peripecias del viaje se registraron cuando los navíos salieron del estrecho de Magallanes (noviembre de 1520) y enfilaron rumbo a las Filipinas. Fueron 99 días de hambre y enfermedades, como el escorbuto, donde los sobrevivientes padecieron momentos muy angustiosos. "La galleta que comíamos, no era ya pan, sino un polvo mezclado con gusanos, que habían devorado toda la substancia y que tenía un hedor insoportable por estar empapado en orina de rata -cuenta Pigafetta. El agua que nos veíamos obligados a beber era igualmente pútrida y hedionda. Para no morir de hambre llegamos al terrible trance de comer pedazos del cuero con que se había recubierto el palo mayor para impedir que la madera rozase las cuerdas. Este cuero, siempre expuesto al agua, al sol, a los vientos, estaba tan duro que había que remojarle en el mar durante cuatro o cinco días para ablandarse un poco, y en seguida lo cocíamos y lo comíamos. Frecuentemente quedó reducida nuestra alimentación a aserrín de madera como única comida, pues hasta las ratas, tan repugnantes al hombre, llegaron a ser un manjar tan caro que se pagaba cada una a medio ducado. Más no fue esto lo peor. Nuestra mayor desdicha era vernos atacados por una enfermedad por la cual las encías se hinchaban hasta el punto de sobrepasar los dientes, tanto de la mandíbula superior como de la inferior, y los atacados de ella no podían tomar ningún alimento. Murieron diecinueve... Además de los muertos tuvimos de veinticinco a treinta marineros enfermos que sufrían dolores en los brazos, en las piernas y en algunas otras partes del cuerpo, pero curaron". (Fuente: Antonio Pigafetta, Primer viaje en torno del globo, Ed.Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1946, págs.70-71.)

 


Filipinas
Entre enero y fines de abril de 1521, Magallanes y sus hombres navegaron entre las islas Marianas y el archipiélago de las Filipinas. Allí pudieron aprovisionarse y comer alimentos frescos tras largos meses de angustia. Al mismo tiempo, establecieron contacto con diferentes tribus nativas e incluso lograron una alianza con el cacique de la isla de Cebú. Sin embargo, las esperanzas de Magallanes de arribar a las Molucas y dominar las islas de la especiería se desvanecieron el día 27 de abril.
En la isla de Matán (o Mactán), los aborígenes liderados por Cilapulapu (o Lapu-Lapu) se opusieron al desembarco de los españoles con las armas en la mano. Hubo encarnizados combates en la playa que culminaron con la lenta retirada de los españoles hacia sus chalupas. Pero, "como conocían a nuestro capitán, contra él principalmente dirigían los ataques, y por dos veces le derribaron el casco; sin embargo, se mantuvo firme mientras combatíamos rodeándole. Duró el desigual combate casi una hora. En fin, un isleño logró poner la punta de la lanza en la frente del capitán, quien, furioso, le atravesó con la suya, dejándosela clavada. Quiso sacar la espada, pero no pudo, por estar gravemente herido en el brazo derecho; diéronse cuenta los indios, y uno de ellos, asestándole un sablazo en la pierna izquierda, le hizo caer de cara, arrojándose entonces contra él. Así murió nuestro guía, nuestra luz y nuestro sostén. Al caer, viéndose asediado por los enemigos se volvió muchas veces para ver si nos habíamos salvado. No le socorrimos por estar todos heridos; y sin poderle vengar, llegamos a las chalupas en el momento en que iban a partir. A nuestro capitán debimos la salvación, porque en cuanto murió todos los isleños corrieron al sitio en que había caído". (Fuente: Antonio Pigafetta, Primer viaje en torno del globo, Ed.Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1946, pág.108.)

 


Océano Indico
La última parte de esta primera vuelta al mundo fue encabezada por Juan Sebastián Elcano, quien asumió el mando de las tres embarcaciones que quedaban. No obstante, a raíz del escaso número de tripulantes se vio forzado a destruir el barco Concepción y continuar con solo dos navíos. Elcano se dirigió a las Molucas, donde llegó a fines del año de 1521 y consiguió un importante cargamento de especias (clavo de olor, jengibre, nuez moscada, etc.) en la isla de Tidore. El objetivo principal del viaje -llegar a las islas de la especiería por el oeste- fue así logrado. Al emprender el regreso, la Trinidad tuvo que ser abandonada porque el casco de la nave estaba muy averiado. Su dotación -53 hombres- quedó en Tidore.
Para evitar problemas con los portugueses, los dueños del comercio en esa zona, Elcano navegó directamente hacia el oeste. Cruzó el océano Indico, dio la vuelta al cabo de Buena Esperanza y desde allí enfiló hacia el norte. Después de tres años y catorce días, los 18 sobrevivientes de la expedición de Magallanes, a bordo de la nave Victoria, hicieron su entrada en el puerto de Sanlúcar. Corría el 6 de septiembre de 1522 y, por primera vez en la historia, se había dado una vuelta completa al globo terrestre.