Las flores solitarias, de ser fecundadas, darán origen a frutos simples llamados aquenios; los glomérulos, en tanto, que corresponden a conjuntos de flores, originarán frutos múltiples denominados utrículos; estos últimos podrán contener entre dos y cuatro aquenios. Tanto los aquenios como los utrículos son frutos de carácter indehiscente.
Las semillas de remolacha conocidas comúnmente como multigérmicas, corresponden en definitiva a utrículos; éstos miden entre 3 y 8 mm de diámetro, siendo sus dimensiones muy variables según la ubicación que hayan tenido en la inflorescencia. Los utrículos de mayor tamaño, y por lo tanto de mayor vigor, se encuentran en la parte inferior de las espigas, desarrollándose antes que los situados en la parte superior; en los ápices de las espigas, en tanto, debido a la presencia de flores solitarias, se generan aquenios individuales; éstos reciben comúnmente el nombre de semilla monogérmica. Esta última tiene un embrión de mayor tamaño, un porcentaje de germinación más alto y origina plántulas más vigorosas que las semillas provenientes de utrículos. Por esta razón, y en especial para poder sembrar a distancia definitiva evitando el raleo, en la actualidad se utiliza básicamente semilla monogérmica.
Tanto los utrículos como los aquenios
individuales son de forma irregular, dificultando con ello su uso en las
sembradoras de precisión. Por esta razón, y para darles una
forma redondeada, estas estructuras son pulidas y peletizadas (Figura 17);
este procedimiento también elimina sustancias inhibidoras de la
germinación.
Frutos de remolacha peletizados que se utilizan habitualmente como semilla. |
Los aquenios poseen un pericarpio quebradizo
que se separa fácilmente de la semilla; esta última es de
forma lenticular, de color castaño rojizo y brillante (Figura 18);
mide aproximadamente 3 mm de largo, 1,5 mm de espesor y su peso rara vez
supera los 5 mg.
Semilla de remolacha y sus estructuras. |