La planta de maíz presenta un tallo
principal, el cual alcanza la superficie del suelo al estado de quinta
hoja; a partir de la sexta hoja, se inicia un rápido crecimiento
del tallo en altura, el que se manifiesta especialmente a través
de la elongación de los internudos inferiores. Al estado de ocho
hojas es posible apreciar a simple vista, en el extremo apical del tallo,
los primeros indicios de la panoja (Figuras 5 y 6).
Planta disectada al estado de siete hojas desplegadas; el tallo ya ha sobrepasado la superficie del suelo. |
Detalle de una panoja ubicada en el extremo apical del tallo en una planta de ocho hojas. |
Tallo elongando sus internudos, en el cual se observan brotes de mazorca dispuestos alternadamente (la panoja fue removida para mayor claridad). |
Contrariamente a lo que acontece con la mayoría de las especies poáceas, el maíz tiene un tallo macizo; éste, desde afuera hacia adentro, está conformado por las siguientes estructuras:
a) Epidermis: capa impermeable y transparente que protege al tallo contra el ataque de insectos y enfermedades.
b) Pared: capa leñosa, dura y maciza que corresponde a un conjunto de haces vasculares por donde circulan las sustancias alimenticias.
c) Médula: tejido blando de carácter esponjoso que llena la parte central del tallo; en ella se almacenan las reservas alimenticias.
Desde los subnudos pueden nacer tallos
secundarios o hijuelos, los cuales, en general, no presentan un gran crecimiento
(Figura 8). Cada planta, dependiendo fundamentalmente del cultivar y de
la fertilidad del suelo, puede producir desde cero hasta dos hijuelos.
Su aparición se verifica a partir del estado de quinta a sexta hoja.
Planta de maíz con dos tallos secundarios o hijuelos, en los que se observa el crecimiento inicial de raíces adventicias o de anclaje. |
La altura definitiva de una planta de maíz se alcanza cuando se produce la completa elongación de la panoja. |