El tratado de Alcacovas-Toledo
La ciudad de Toledo, donde se ratificó el famoso tratado.
Portugal, en su calidad de principal Estado monárquico empeñado en el reconocimiento de las islas atlánticas y las costas africanas, durante la década de 1470 se vio enfrentado a una serie de problemas con España. Una vez concluida una guerra favorable a los españoles, representantes de ambos Estados firmaron un acuerdo de paz en la localidad portuguesa de Alcacovas (4 de septiembre de 1479). Luego este tratado sería ratificado en Toledo en marzo de 1480.
El tratado de Alcacovas-Toledo se centraba en dos aspectos: 1) cláusulas relativas a acuerdos matrimoniales y de sucesión y 2) un acuerdo de paz perpetua entre Portugal y España. En cuanto a lo segundo, el convenio incluía algunas regulaciones en torno a la navegación por el Atlántico, de manera que no hubiese discrepancias futuras en el dominio de las rutas atlánticas. Concretamente, se adjudicó a los reyes de Portugal todas las tierras descubiertas y cuantas se hallasen en adelante "de las islas de Canaria para abajo contra Guinea", con la única excepción de las propias islas Canarias que quedaban para Castilla. De esa manera, los monarcas españoles reconocieron la supremacía portuguesa en África y se comprometieron a no enviar expediciones hacia aquellas zonas sin el consentimiento de los reyes de Portugal.
El viaje por tierras africanas se hacía en caravanas.
En función de la expansión europea, lo realmente importante de este tratado radica en el hecho que por primera vez las dos coronas que encabezarían este proceso tuvieron que negociar el reparto de los espacios marítimos atlánticos que se estaban abriendo. Asimismo, se sentó un precedente para futuras negociaciones entre España y Portugal, cuyo punto más alto fue el acuerdo logrado en Tordesillas en 1494.