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Batalla por la captura de la capital azteca Tenochtitlan

"Como Cortés y todos nuestros capitanes y soldados entendíamos que sin los bergantines no podíamos entrar por las calzadas para combatir a México, envío cuatro de ellos a Pedro de Alvarado y en su real, que era el de Cristóbal de Olid dejó seis bergantines, y a Gonzalo de Sandoval, en la calzada de Tepeaquilla, le envío dos bergantines y mandó que el bergantín más pequeño que no anduviese más en la laguna porque no le trastornasen las canoas, que no era de sostén, y la gente y marineros que en él andaban mandó repartir en los otros doce, porque ya estaban muy mal heridos veinte hombres de los que en ellos andaban.pppPues desde que nos vimos en nuestro real de Tacuba con aquella ayuda de los bergantines, mandó Pedro de Alvarado que dos de ellos anduviesen por una parte de la calzada y los otros de la otra parte; comenzamos a pelear muy de hecho, porque las canoas que nos solían dar guerra desde el agua, los bergantines las desbarataban, y así teníamos lugar de ganarles algunas puentes y albarradas. Y cuando con ellos estabamos peleando era tanta la piedra con hondas y varas y flechas que nos tiraban, que por bien que íbamos armados todos los más soldados nos descalabraban, y quedábamos heridos y hasta que la noche nos despartía no dejábamos la pelea y combate"

Díaz del Castillo, Bernal, Historia de la conquista de la Nueva España, Ed. Purrua, México, 1960. Tomo II, CAP. CLI. P. 17


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