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Martes 25 de diciembre día de Navidad, perdida de la Santa María

"Navegando con poco viento el día de ayer desde la mar de Santo Tomé hasta la Punta Santa, sobre la cual a una legua estuvo así hasta pasado el primer cuarto, que serian alas once horas de la noche, acordó echarse a dormir, por que había dos días y una noche que no había dormido. Como fuese calma el marinero que gobernaba la nao acordó irse a dormir, y dejo el gobernario a un mozo grumete, lo que mucho siempre había el almirante prohibido en todo el viaje, que hobiese viento o que hobiese calma: conviene a saber, que no dejasen gobernar a los grumetes. El Almirante estaba seguro de bancos y de peñas, por que el domingo, cuando envío las barcas a aquel rey, habían pasado al Leste de la dicha Punta Santa, bien tres leguas y media, y habían visto os marineros todas las costas y los bajos que hay desde la dicha Punta Santa al Leste, bien tres leguas, y vieron por dónde se podía pasar, lo que todo este viaje no hizo. Quiso Nuestro Señor que a las doce horas de la noche, como habían visto acosar y reposar el Almirante y vían que era calma muerta y la mar como en una escudilla, todos se acostaron a dormir, y quedo el gobernalle en la mano de aquel muchacho, y las aguas que corrían llevaron la nao sobre uno de aquellos barcos (...) el mozo que sintió el gobernalle y oyó el sonido de la mar, dio voces, a las cuales salió el Almirante y fue tan presto que aun ningún había sentido que estuviesen encallados."

Los cuatro viajes del Almirante y su testamento, Edición y prólogo de Ignacio B. Anzoátegui, Ed. Espasa Calpe, Madrid, 1977. P. 107, 108


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