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El equipaje para cruzar el Atlántico

"Ya en espera en el puerto, obtenidos los permisos, compradas las provisiones y los ajuares personales, pagado el pasaje, cumplidos los preparativos de alma y cuerpo y determinada la salida de la nave, el traslado y acomodo de cuanto tenía que llevar el pasajero debió ser difícil y después un problema permanente. kk Además de la ropa, objetos personales, cama y cacharros guardados en fuertes y pesados baúles el pasajero tenía que llevar su alimentación y bebida para dos o tres meses de travesía. En el tráfico regular de la carrera en el siglo XVI, expone Chaunu, el peso de víveres por hombre oscilaba entre 800 y 900 kg. en la salida". Así pues, cada tripulante o pasajero requería, y ocupaba en el barco, aproximadamente una tonelada de carga. kk Las provisiones de la tripulación se guardaban en toneles, jarras y cajas comunes. En cambio, cada pasajero, familias o grupo debía llevar su propio cargamento como quisiera y pudiera. Y aquello debió ser una barahúnda de baúles, para los más importantes, y toda suerte de cajas, jarras, botas de vino, cestos, sacos atados diversos, cosas y cacharros sueltos, y aún los más previsores, algunas gallinas. Recuérdense los cargamentos populares en coches de ferrocarril o en autobuses de nuestro tiempo, para viajes de unas horas o de un día multiplíquense por lo que debía llevarse para un viaje previsto de dos o tres meses de duración. kk En Sevilla debió existir una próspera industria de fabricación de baúles y arcones, sin duda los comerciantes de bastimentos ofrecían también los receptáculos adecuados para cargar cada producto. Aún así 800 o 1.000 kilos por pasajero, de víveres, equipajes y ajuar de dormir, requieren unos 30 ó 40 bultos manejables. kk El traslado de todo esto sería cuestión de muchos viajes, fatiga y alguna gritería, y el acomodo de las estrecheces de la nave de por sí llena de cuanto es necesario para la navegación, problemático. Los viajeros avisados procurarían ser los primeros en llegar y tomar posesión de los mejores lugares"

Martínez, José Luis, Pasajeros de Indias, Ed. Alianza, Madrid, 1983. P. 93


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