A partir de 1416, Enrique promovió activamente una serie de expediciones a las islas Canarias y Madera y a las costas africanas. Los marinos auspiciados por el príncipe lograron incorporar efectivamente las islas atlánticas de Madera y Azores y llegaron hasta el golfo de Guinea. En 1460, año de su muerte, Portugal ya estaba comenzando a bordear dicho golfo, situándose a la cabeza del proceso expansivo de la Europa moderna. El mérito del gran señor de Sagres consistió en haber puesto al servicio de la empresa una parte del peso inmenso del Estado monárquico.
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