En respuesta a los abusos cometidos por los españoles contra la población azteca, se generalizó en Tenochtitlán el odio hacia los recién llegados. Las hostilidades se multiplicaron y alcanzaron su punto culmine cuando guerreros aztecas sitiaron el palacio de Moctezuma donde se hospedaban los españoles. Entonces estalló la lucha. Los españoles, en desventaja numérica, tuvieron que huir al amparo de la noche, ocupando una de las cuatro calzadas principales que estaban interrumpidas por acequias y puentes que habían sido retirados por los indígenas. Sin embargo, una vez cruzadas tres acequias con ayuda de puentes hechizos de madera, fueron sorprendidos por una mujer que lanzó el grito de alarma. Comenzó así uno de los combates más duros para los españoles, ya que fueron atacados por indígenas apostados en las calzadas y en canoas en el lago, quienes les arrojaban piedras y flechas desde los flancos. Según Bernal Díaz del Castillo, la salida obligada de la hueste aquella noche, se debió a que no pudieron mantener su posición por los continuos ataques llevados a cabo de parte de los aztecas. En esta batalla los españoles perdieron casi un tercio de los soldados, es decir, 200 hombres. los fugitivos, al llegar a tierra firme, fueron auxiliados por los otomíes, que les proporcionaron alimentos. Luego de esto se refugiaron en Tlaxcala, donde restañaron sus heridas.
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