Las "ovejas" peruanas.

La llama era indispensable para los habitantes de los Andes. Comían su carne, seca (charqui) o fresca. Con su piel se elaboraban sandalias, tambores y cuerdas. Los excrementos secos se usaban para calentar las casas, cocinar su comida y para abonar los campos de la sierra. Los campesinos tejían hondas y sacos con su recia lana. En el transporte inca, la llama vino a significar lo que el camello representaba para los pueblos asiáticos y norafricanos. Podía ser cargada con hasta 45 kilos de mercaderías, pudiendo cubrir una distancia entre 15 y 20 kilómetros. La redistribución de los productos elaborados en distintos rincones del imperio, así como el abastecimiento de los ejércitos, también se efectuaban a base de las caravanas de llamas. El impacto que causó este animal desconocido en Europa, le valió el calificativo de "oveja de la tierra" por parte de los primeros viajeros y cronistas españoles.


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