El día comenzaba antes de la salida del sol, muy temprano y cerca de las 4 de la mañana con un baño de vapor y otro de agua fría. En seguida se empezaban a preparar las comidas, siempre en base al maíz que requería de un largo proceso de elaboración (molienda, cocimiento, amasijo). Tras tomar un refrigerio, hombres y mujeres salían al amanecer para cumplir las tareas agrícolas encomendadas por la comunidad.
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El trabajo en el campo se extendía durante toda la jornada, de sol a sol. Cerca del atardecer, los aztecas regresaban a sus hogares a ingerir la comida principal del día, compuesta por frutas, carnes, verduras y las infaltables tortillas de maíz. Luego quedaba un tiempo para desarrollar las labores domésticas, entre las cuales se destacaban el tejido, a cargo de la mujer, y la elaboración de diversos artefactos para ser vendidos en el mercado.
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