Mundo religioso

Intihuatana o Piedra del Sol

La religión profesada por los incas era politeísta, vale decir, se adoraba un importante número de divinidades en ceremonias propugnadas por el estado. El dios principal era Viracocha, concebido como el creador del universo y de la primera generación de los incas. Por debajo de esta divinidad tutelar abstracta se ubicaban los dioses celestes, dentro de los cuales Inti, el Sol, era sin duda el más adorado. Ello se debía a que el sol, un ente concreto, permitía el desarrollo de la agricultura y el crecimiento de los cultivos, razón por la cual los campesinos andinos rendían permanentemente su culto a Inti. Por otra parte, la realeza incaica se consideraba descendiente directa del Sol. En su honor se construyeron gran cantidad de santuarios y templos y se oficiaban los ceremoniales del Inti-raymi, en junio, y del Capac-raymi en diciembre. Estas fiestas renovaban el vínculo entre los incas y el Sol, a través de ofrendas, cantos y plegarias.

Figurilla de Plata vestida con plumas de papagayo

Otras divinidades eran Illapa, dios del rayo y la tormenta, que era invocado para pedirle el agua que fertilizara los campos; Pachacamac, especie de oráculo, especialmente venerada en la costa central del Perú en un famoso santuario ubicado cerca de Lima; la Pachamama o madre tierra, máxima divinidad del interior cuyo culto antecede en mucho tiempo la llegada de los incas y, Mamaquilla, la luna, hermana y esposa del sol. En cuanto a esta última hay que señalar que los incas se casaban con sus hermanas, imitando el matrimonio divino entre Inti y Mamaquilla, manteniendo así la pureza de sangre.

Ceremonia religiosa incaica

Los rituales del estado inca eran presididos por un grupo sacerdotal muy jerarquizado, a la cabeza del cual estaba el Villca Humu. Todo el ceremonial propio de los incas se desarrolló en las grandes plazas, frente a los templos donde se congregaba la multitud. También las momias de los antiguos soberanos eran sacadas en estas ocasiones y paseadas en andas para que el pueblo las adorara. El consumo de chicha, las danzas y cánticos y los sacrificios de animales imprimían su sello a estas fiestas que, en muchos casos, se siguen celebrando hasta el día de hoy.

Ofrendas en una fiesta religiosa

En un nivel local era sumamente importante el culto a las llamadas huacas, una fuerza espiritual encarnada en cualquier objeto como podían ser cimas de las montañas, rocas o ríos, y en personas con rasgos poco comunes como niños gemelos, gente con más dedos de lo normal, etc.. Las huacas, consideradas benéficas o maléficas, recibían constantemente ofrendas de los campesinos o viajeros y representan la religiosidad propiamente popular. El conjunto de ofrendas se denominaba apachitas que se encontraban en los bordes de los caminos, los campos, en los templos o el entorno natural.