Organización política y social
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Los taínos vivían en pequeñas agrupaciones en torno a aldeas, vinculados por lazos de parentesco. |
Las aldeas eran el elemento básico de la organización tribal y territorial y no superaban las 600 personas. Eran gobernadas por caciques, vocablo antillano que designaba a los jefes y que tras la expansión de los españoles se difundió por toda la América colonial. Entre los caciques los había de distinto rango: desde quienes dirigían un poblado pequeño hasta quienes dominaban vastas regiones en base a confederaciones con diverso grado de estructuración. |
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Entre los mayores y más consolidados cacicazgos de La Española sobresalían, a fines del siglo XV, Marién, encabezado por Guacanagarí; Xaraguá, dominado por Behechio y Anacaona; Maguana, dirigido por Caonabó; Maguá, zona muy fértil bajo el poder de Guarionex y, finalmente, Higüey, gobernado por Higuanamá. |
Las decisiones que afectaban a la comunidad eran tomadas por los caciques en un consejo de carácter religioso, donde el cacique principal se limitaba a comunicar a los demás la voluntad de los dioses taínos. Por lo tanto, la estructura política se podría calificar de despótica incipiente. |
La sociedad taína se dividía en dos grupos: los caciques y los campesinos. Esta estratificación tenía un origen mítico, fuente del poder de los caciques. Sin embargo, en la vida cotidiana las diferencias sociales se reducían a las funciones que cumplía cada grupo y no poseían un fundamento económico. |
La propiedad de la tierra era comunal, es decir, pertenecía a la colectividad aldeana. En virtud de aquello, no había mayores desigualdades materiales entre unos y otros. Los beneficios que obtenían los jefes, fruto del trabajo de los campesinos, no eran atesorados y se consumían en fiestas comunitarias. Así, los privilegios de los caciques se limitaban al monopolio de la religión, el acceso a la poligamia y ciertas comodidades en la vivienda. En otros sectores que se distinguían entre los aborígenes eran los nitaínos, los behiques y los naborías. Los primeros constituían un grupo de subalternos que obedecían las órdenes de los principales caciques, pero no alcanzaron a conformar una clase social y mucho menos una nobleza. Los behiques, en tanto, eran los hechiceros o chamanes, quienes gozaban de privilegios muy similares a los de los caciques, aunque siempre estuvieron subordinados a éstos. Dentro de la población campesina, por último, se ubicaban los denominados naborías, término que hacía referencia a un grupo que realizaba trabajos forzados producto de su condición de prisioneros. En general, estos prisioneros pertenecían a pueblos arcaicos que habitaban islas vecinas. Los taínos vivían, hacia fines del siglo XV, con la permanente amenaza de los caribes, pueblo antropófago que atacaba las aldeas y robaba las mujeres y niños. El temor de los taínos se explica por su naturaleza pacífica y el escaso desarrollo militar. Ello también nos permite comprender la actitud favorable que demostraron los taínos en un primer momento hacia los españoles, considerados como valiosos aliados para derrotar a los caribes. |