![]() Potosí, 1556.- Con grandes festejos que duraron más de 20 días, se ha celebrado en esta floreciente ciudad el advenimiento al trono del rey Felipe II. La Villa Imperial de Potosí va en camino de convertirse en una de las ciudades más pobladas del mundo. Atraída por las vetas más ricas de plata que jamás se hayan visto, afluye hacia el cerro una población heterogénea: empresarios opulentos e indios misérrimos que marchan hacia los socavones; tahúres y prostitutas que alternan en las noches en que se divierten los ricos señores de la plata. El cerro es casi un cono perfecto a más de 4.000 metros, donde el frío es inclemente. Gracias a él los españoles se enteraron de que la codiciada plata estaba a su alcance. En efecto, un indio llamado Huallpa en 1545, andaba un día recogiendo sus llamas, cuando lo sorprendió la noche. Para sobrevivir al frío prendió una hoguera y el fuego alumbró una veta brillante y blanca de plata pura, relatan los habitantes de la ciudad. A partir de sus noticias se produjo una avalancha de españoles que comenzaron la extracción sistemática del codiciado metal. Fundidas en piñas y lingotes, las entrañas del cerro marchan hacia España. |
![]() "Según nos han contado, los incas conocían el cerro pero no se animaron a tocarlo porque les pasó un hecho curioso" -nos refirió un comerciante potosino. "El Inca Huayna Capac envió a unos hombres para que recogieran las riquezas del cerro. Con el primer golpe de pico se produjo un estruendo espantoso y una voz desde las entrañas de la tierra exclamó 'No es para ustedes, Dios reserva estas riquezas para los que vienen de más allá'. El Inca abandonó el lugar, luego de llamarlo Potosí: el que truena o revienta. Gracias a ese suceso nos estamos haciendo ricos", dijo el comerciante. Para los indios el cerro se va convirtiendo en una pesadilla. De todas las zonas del Perú están llegando miles de trabajadores forzados, reclutados a través del sistema de la mita (las comunidades indígenas deben elegir candidatos para el servicio de acuerdo a una cuota que se les indica). "El cerro da plata pero consume hombres", se limitó a comentar lacónico uno de los indígenas. |