![]() Nuevo México, 10 de agosto de 1680.- Una descomunal sublevación indígena estalló en varios poblados de esta región. La rebelión era esperada de un momento a otro, ya que los propios indígenas la habían anunciado en más de una oportunidad y se sabía de los preparativos que venían realizando. Los insurrectos son unos 25.000 indios libres y muchos gentiles. Es de suponer que a medida que se vayan acercando a la capital -San José- el número ascienda hasta llegar a los 30.000. "Jamás había visto una turba de tal magnitud. Yo me encontraba juntando el rebaño cuando divisé a varios quilómetros una enorme mancha humana que venía atravesando los campos de los cuales soy propietario". "Si bien logré salvar mi vida y la de mi familia, no dejaron una sola oveja en toda mi hacienda", espresó un campesino. Los sublevados, que son capitaneados por un indígena y hechicero llamado Popé, han dejado reducido a escombros y cenizas a más de una veintena de templos franciscanos y asesinaron ya a más de diez obispos. "El movimiento, según parece, tiene como objetivo desplazarnos de estos territorios", comentó un franciscano de la orden de San Miguel. |
![]() "La culpa de que algo así suceda la tiene este hechicero que no sólo nos ha desacreditado ante los otros indios, sino que también los ha arengado y quizás embrujado para que nos asesinen a todos. Esperemos que se restablezca el orden rápidamente y se comience nuevamente con el trabajo de las mitas", acotó el religioso. Para los observadores el motivo de la rebelión debe buscarse en el maltrato a que los indígenas están sometidos. "Si no hacemos algo pronto, las mitas nos van a liquidar a todos. Trabajar quince horas en los campos para recibir un mendrugo y unos frijolitos no es justo", comentó un sublevado. |