"Condiciones de trabajo inhumanas"

Potosí, 1585.- "Hay más sangre que metal en todo lo que se extrae de las minas", manifestó el funcionario Luis Capoche.

Capoche está preparando un informe para ser elevado a las autoridades.

Los indios trabajan desde una hora y media después de la salida del sol hasta el oscurecer, con una hora de interrupción.

"Es un horario excesivo para un trabajo que los va liquidando en su salud", manifestó. "Están todo el tiempo en la oscuridad de los socavones, alumbrados por velas, respirando un polvo que los mata. Por ello mascan coca todo el tiempo, para engañar al hambre y la fatiga".

No trabajan los domingos y fiestas de guardar. En esos días se los ve por las calles deambulando como espectros. Muchos tienen las espaldas marcadas por el látigo de los capataces. En esos días el gran refugio es la chicha, una fuerte bebida alcohólica derivada del maíz, con la que se emborrachan hasta perder el sentido. Saben que al día siguiente la pesadilla recomenzará.

Uno de los lugares más peligrosos son los molinos en los que se tritura el mineral. "Normalmente se les baja muertos", señala Capoche, "y a otros con las piernas y las cabezas rotas. Todos los días hay muertos y heridos en los molinos".

De acuerdo con las reglamentaciones, a los trabajadores se les reconoce protección y derechos. El sistema de la "mita" puesto en práctica por el virrey Toledo, estableció un sistema de selección de los trabajadores. Deben ser elegidos entre hombres de 18 a 50 años y el servicio no puede durar más de un año. El sistema en las minas debe ser rotativo: dada la dureza del trabajo, cada semana de actividad debe ser seguida por dos de descanso. Además se les debe pagar por el viaje del mitayo y su familia. Una vez cumplido el turno anual, no pueden ser reclamados para la mita minera hasta pasados siete años. "Naturalmente, todo esto es letra muerta", dijo Capoche. "No se les paga lo establecido ni se respetan turnos ni duración de trabajo. Los indios llegan a dormir en las propias galerías de las minas para no perder tiempo, tirados en el piso azotados por el aire glacial de los Andes".

Muchos de los que trabajan en Potosí jamás regresarán a sus pueblos. El cerro será su tumba. Por las dudas, la fiesta de partida de los mitayos en sus pueblos se celebra con un oficio de difuntos.


Fuente: Noticias de la Historia, Nš7, p.8.

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