Las anfetaminas constituyen un grupo de substancias semejantes estructuralmente a la adrenalina y a la efedrina. La molécula representativa del grupo es la anfetamina. Es una amina simpaticomimética indirecta, que además de ejercer efectos sobre los receptores noradrenérgicos a y b periféricos tiene claros efectos sobre el sistema nervioso central: estimula el centro respiratorio bulbar, actua sobre la corteza cerebral y parece también estimular el sistema activador de la formación reticular. También disminuye el efecto depresivo de otras drogas sobre el sistema nervioso central.

En el hombre, los efectos psíquicos dependen de factores diversos: dosis, el estado mental y la personalidad del sujeto. También modifica el sueño y la actividad mental.

La anfetamina produce igualmente efectos orgánicos importantes: cardiovasculares, vesicales e intestinales.

La anfetamina es un depresor del apetito y por ello se le ha usado frecuentemente para combatir la obesidad.

A diferencia de drogas simpáticomiméticas directas como la adrenalina, la anfetamina es efectiva al ser administrada por vía oral y sus efectos son duraderos. Una vez en la sangre, la droga atraviesa la barrera hematoencefálica y ejerce efectos sinápticos sobre los sistemas catecolaminérgicos centrales. Ello induce una sensación de gran bienestar corporal, de buen humor (hasta euforia) y de disminución de las sensaciones de cansancio y de apetito. Son drogas de las cuales se abusa ampliamente. Ello se explica por los efectos estimulantes de la euforia y de la actividad psicomotora que ellas inducen. Las características observables en sujetos en situaciones de abuso de estas drogas dependen de la etapa del período de abuso en que ellos se encuentren. Así en la fase avanzada de abuso, cuando se ha desarrollado tolerancia a las anfetaminas, aparecen síntomas de abstinencia en los cuales el sujeto puede experimentar sensación de energía y disforia. Esta última se traduce en un apetito anticipado y ansia por la droga.