Entender la percepción en tres dimensiones parece depender de la comprensión de la relación espacial que existe entre los objetos y de su profundidad relativa. Dos aspectos parecen ser importantes: la profundidad monocular y la disparidad binocular estereoscópica.

Como se aprecia en la figura, si miramos a través del rectángulo inferior la situación en que están las tres figuras detrás de esa "ventana", veremos en ella al mirar frontalmente con los dos ojos, una imagen bidimensional.

Sin embargo, al mirar con un ojo (visión monocular) ciertos derroteros de profundidad ejercen su efecto y terminamos teniendo una percepción tridimiensional. Ellos son:

Otro derrotero importante para entender la visión tridimensional lo da la visión estereoscópica (visión en relieve). Cuando fijamos nuestra mimrada en un punto ubicado a distancias menores a 100 piés, se produce en nuestros ojos un fenómeno de convergencia, es decir, ambos ojos se orientan de modo que la imagen del punto cae en porciones equivalentes de cada retina, en el centro de ellas. Es el punto de fijación.

Si un objeto está más cerca o más lejos, el punto de fijación en la retina cambia, haciéndose más distal o más proximal, respectivamente. Se produce entonces un fenómeno de disparidad binocular en el cual se estimulan zonas diferentes de la retina de cada ojo. Cuando esa disparidad se produce en el plano horizontal de la retina, las diferencias en distancias con el punto de fijación permiten calcular distancias en relación al objeto. Como ambos ojos están separados alrededor de 6 cm, cada ojo percibe imágenes desde posiciones equivalentes de sus retinas, ligeramente diferentes. Este fenómeno lo podemos apreciar mirando un objeto con un ojo y luego con el otro. Por lo tanto, cuando miramos el mismo punto con los dos ojos corregimos parcialmente esa disparidad (disparidad binocular) pero ella nos da una idea de la distancia del objeto.