La Península Ibérica: punto de encuentro de las escuelas náuticas de la época
La ventajosa situación geográfica de Portugal y España facilitó la afluencia de los más diversos tipos de embarcaciones a sus puertos y puso al alcance de sus marinos los más novedosos instrumentos náuticos. En Sevilla, Lisboa o La Coruña se dieron cita milenarias tradiciones marítimas, que recogían la experiencia mediterránea de fenicios, griegos, romanos, árabes e italianos y los aportes de vikingos, bretones y flamencos del norte de Europa.
Embarcaciones de la escuela náutica del mediterraneo.
El mar Mediterráneo fue la cuna de una larga tradición marinera que se remonta a la época de los egipcios, los inventores de la galera. A través de los siglos distintas civilizaciones bañadas por las aguas del "primer mar de la historia" fueron desarrollando y perfeccionando las técnicas navales, dando origen a un método de navegación característico de esta región. Era principalmente una navegación costera de cabotaje, es decir, de puerto en puerto, con el objeto de intercambiar mercancías. Se empleaban embarcaciones muy pesadas, movidas por remos (motor muscular), con una capacidad de carga de entre 100 y 200 toneladas. Este tipo de navíos estaban diseñados para un mar interior con escasas corrientes y no podían ser utilizados en los meses de invierno, pues el peligro de naufragar era alto y tornaba inseguro cualquier negocio.
Los comerciantes y navegantes genoveses impulsaron los viajes de descubrimiento.
Por otra parte, el Mediterráneo sobresalió por la construcción de una serie de barcos para la guerra que se engloban bajo el nombre de galera. Desde los egipcios hasta las prósperas ciudades italianas, la galera fue evolucionando continuamente, tanto en tamaño y velocidad como en capacidad de carga. Este tipo de nave se hizo cada vez más ligera, para poder librar con éxito los combates navales, donde se trataba de atacar al enemigo mediante el abordaje de sus embarcaciones. La rapidez de la galera se incrementó gracias al fino diseño de su casco que permitía cortar mejor las aguas al navegar. Este casco o buco sería heredado por los barcos ibéricos que se emplearían en la expansión de los siglos XV y XVI.
Las galeras estuvieron en uso muchos siglos en el Mar Mediterráneo, debido a su maniobrabilidad y velocidad en trechos cortos.
La Península Ibérica, junto con esta herencia mediterránea, se nutrió también de la escuela náutica del Mar del Norte. Aunque de menor trayectoria en el tiempo, los pueblos de la Europa septentrional fueron extraordinariamente creativos en el desarrollo del arte de navegar. Los vikingos, entre los siglos IX y XI, fueron los amos y señores de los mares del Norte y Báltico. A bordo de sus drakkar, movidos por remos, recorrieron en audaces expediciones largas distancias, llegando incluso a Groenlandia y a las costas de Norteamérica. Entre los rasgos de las embarcaciones vikingas hay que destacar la sobriedad del aparejo y el empleo de la vela cuadrada, legada posteriormente al mundo ibérico.
Drakkar, famoso barco vikingo movido por remos.
Debido a la importancia que fueron adquiriendo España y, sobre todo, Portugal durante el siglo XV, muchos hombres de mar de todas las latitudes se dirigieron a las costas ibéricas para probar suerte en una zona muy activa, donde los aportes técnicos eran integrados en proyectos de gran envergadura.