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En este contexto, las viejas casas monárquicas comenzaron a resurgir. Hacia el siglo XIV, los reinos de Inglaterra, Francia, Portugal, Castilla, Aragón, Hungría, Polonia, entre otros, habían recobrado tierras que habían quedado vacantes, robusteciendo de esa manera el poder de los reyes. También se despojó a nobles por la fuerza. Así, progresivamente el Estado monárquico se separó del mundo señorial y se impusieron las grandes unidades territoriales a los más pequeños feudos. Como señala Maurice Crouzet, el Estado monárquico "por el debilitamiento político y económico de los antiguos cuadros sociales, como en el apoyo de las burguesías y de las nuevas noblezas, encuentra los medios de reducir a la obediencia a los miembros del cuerpo social y de convertirlos en súbditos". |