Fuentes de subsistencia

Indígena Cazando

La gran mayoría de los pueblos del cono sur americano eran cazadores, recolectores o pescadores y subsistían en pequeños núcleos familiares que se desplazaban continuamente por el territorio. Era el caso de los changos en el litoral del actual norte chileno, de los puelches y pehuenches que habitaban en los faldeos orientales y occidentales de la Cordillera de los Andes, de los tehuelches e indios pampas de la vasta Patagonia, de las tribus que merodeaban por los canales del sur austral como los cuncos, alacalufes y yaganes y de los onas de Tierra del Fuego. En su mayoría se trataba de recolectores marinos que atravesaban las aguas en canoas o balsas, procurando el sustento de sus unidades familiares.

Indígena Canoero

En la Patagonia, en tanto, se cazaba el avestruz y el guanaco, mientras en los Andes predominaba la recolección del pehuén y otros frutos silvestres.

La caza y la recolección se combinaban con una horticultura practicada estacionalmente por parte de los pueblos que hablaban el mapudungun en el centro y sur de Chile (picunches, araucanos y huilliches), así como también por los huarpes de la vertiente oriental de los Andes.

Valle Agrícola

La papa, los porotos pallares y el maíz (incorporado especialmente tras la invasión inca que afectó el norte del territorio ocupado por los mapuches) eran cultivados por estas culturas, aunque aún no se conocían mayores técnicas de almacenamiento de alimentos ni se había desarrollado una agricultura propiamente tal. La papa y los porotos constituían la base de la alimentación mapuche y se sembraban en terrenos húmedos, regados en forma natural por las lluvias. Estos productos se complementaban con el consumo de berros, frutillas, peces, algas (como el cochayuyo y el luche), mariscos, aves y la caza de venados (huemul), pudús y otras especies.

Familia Campesina

En un nivel más avanzado se encontraban los atacameños y los diaguitas, agricultores en los oasis del desierto de Atacama y en los valles transversales del denominado Norte Chico de Chile y las quebradas y sierras del noroeste argentino respectivamente. Las terrazas de cultivo, el riego artificial mediante canales y una significativa variedad de especies vegetales domesticadas formaban parte de la cotidianeidad de estas culturas. La llama, en tanto, era un valioso animal de carga. Los alimentos se conservaban mediante su deshidratación, lo cual permitía almacenarlos para tiempos de escasez y para comerciarlos, como ocurría por ejemplo con el charqui de carne y el chuño elaborado a partir de la papa. Asimismo, estas culturas estaban integradas a una extensa red de intercambios, cuyos orígenes se remontan al siglo X de nuestra era.

Aymara

Mientras en el altiplano sobresalían los tejidos en base a lana de alpacas y llamas, en los oasis del desierto de Atacama abundaba el consumo de sustancias alucinógenas, testimonio de lo cual es el gran número de tabletas de madera y piedra que servían para inhalar rapé, encontrados por los arqueólogos. Los diaguitas, por su parte, desarrollaron una muy cuidada cerámica, famosa por su calidad y sus diseños geométricos con rostros humanos o animales. También elaboraban objetos de cobre y extraían piedras preciosas como el lapislázuli y la turquesa, muy apreciadas por los incas.

Mapuche

La baja densidad de población y las distancias también se deben tener en cuenta al examinar las formas de vida en esta parte del planeta.

Podemos señalar, finalmente, que los pueblos de la América meridional, en general, no sufrían problemas de subsistencia y que supieron aprovechar, cada cual a su manera, los recursos que la naturaleza había puesto a su disposición.