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Introducción
NOTA: Si debe citar este sitio, la forma
correcta es:
Rioseco, Reinaldo, Naranjo, Gloria, Henríquez, María: Sistemas agrarios de Chile. [en línea]. Instituto de Geografía. Pontificia Universidad Católica de Chile. <www.uc.cl/sw_educ/geografia/sistemas agrarios de Chile> [fecha de consulta] El agrosistema o sistema agrario se entiende como el resultado del aprovechamiento del potencial suelo-clima por un grupo humano; éste depende de los objetivos del grupo y varían de acuerdo con el medio natural en el cual se insertan, el tipo de sociedad, la estructura económica de esta, políticas de Estado, todo lo cual lleva a que sean diversos los agrosistemas que se suceden en el espacio y en el tiempo. El sistema agrario se materializa en un espacio cuyas características físicas – clima, suelo, topografía - entregan determinadas posibilidades para el desarrollo de diversos cultivos en función de sus respectivos requerimientos ecológicos. Por otra parte, los sistemas agrarios están configurados por condicionantes humanos, como lo son la existencia de una población productora y consumidora, la estructura social de esta población, que están determinadas por los regímenes de tenencia de la tierra y el sistema económico y político donde se insertan estos sistema. De acuerdo con lo anterior, en este trabajo se darán a conocer
las características de los principales sistemas agrarios que
han existido en Chile, considerando un pasado reciente y la actualidad,
la forma en que se reconocen en el paisaje y en los diferentes medios
de representación de éste tales como fotografías
aéreas y convencionales, cartas, imágenes, entre otras;
y el modelo de ocupación del espacio que generan.
1. FUNDO TRADICIONAL
El fundo fue sin duda, el sistema agrario más
representativo entre el valle de Copiapó y Chiloé. Aunque
el fundo tradicional desapareció con la reforma
agraria, dejó una impronta en el paisaje rural que todavía
perdura en gran parte del territorio.
Este es un sistema ligado a la gran propiedad, con predios que podían tener de cientos a miles de hectáreas. Su producción estaba destinada al mercado y su gran tamaño les permitía suplir la inversión en tecnología con un uso extensivo de la tierra. En estas explotaciones coexistían la ganadería y la agricultura, lo que obligaba a cercar los paños de cultivo. Pero lo más característico de los fundos es lo concerniente a la mano de obra, abundante y jerarquizada en cuya base estaban los inquilinos. El dueño del fundo o patrón debía preocuparse también de la instrucción de los hijos de los inquilinos, de su bienestar espiritual. Por esta razón, fue común, principalmente en la zona central de Chile, que en cada fundo o en agrupaciones de dos o más, se construyera una escuela y una capilla. Las huellas en el paisaje rural son:
2. FUNDO ACTUAL
Aun cuando se sigue utilizando el término “fundo”, al quedar estos disminuidos en su tamaño por las expropiaciones de la reforma agraria, el fundo actual debió transformarse en una empresa, invirtiendo en tecnología para dar un uso intensivo a la tierra disponible. Además, por ley hubo de terminar el sistema del inquilinaje y sus trabajadores son ahora obreros agrícolas. Sus marcas en el paisaje son similares al fundo tradicional pero:
3. MINIFUNDIO
En esencia, el minifundio es una explotación agrícola que no rinde lo suficiente para mantener una familia y, por lo tanto, conlleva una situación de pobreza para quienes dependen de la explotación; esto hace que uno o más miembros de la familia deban trabajar fuera del predio. La causa de este magro resultado es casi siempre el reducido tamaño de la explotación – menos de 3 hectáreas de riego básicas (HRB). ( Es importante recordar que al expresar la superficie en HRB, se incluye la capacidad productiva de la explotación). En consecuencia, pueden encontrarse predios de hasta 1 HRB que no constituyen minifundio y, por otro lado, puede haber explotaciones de 3 HRB o más que sí caen en esta categoría porque el otro factor que incide en el resultado final es la capacidad económica del productor para invertir en el predio. En el minifundio faltan la tierra productiva, la tecnología y el capital y sobra la mano de obra. Por esta razón, estas explotaciones fueron, tradicionalmente, las proveedoras de mano de obra para los antiguos fundos y algunos autores hablan del “complejo fundo-minifundio” como un solo sistema. Actualmente, del minifundio procede la mayor parte de los temporeros. Las huellas en el paisaje son:
4. GRANDES EMPRESAS AGRICOLAS
Además de las empresas agrícolas ya existentes
al momento de la reforma agraria, las nuevas empresas derivaron en un
primer momento de la reserva de los fundos expropiados y más tarde de las parcelas de la Reforma
Agraria que fueron vendidas por sus propietarios a los antiguos dueños
de los fundos o a nuevos empresarios, a veces completamente ajenos a la
actividad agrícola. Pueden estar en manos de un solo productor
o de sociedades.
Se manejan como cualquier empresa, donde la administración la ejercen gerentes y cuentan con empleados especializados. La producción es a gran escala y completamente destinada a la comercialización, en la mayoría de los casos, a la exportación. Si bien tienen obreros contratados en forma permanente, la mayor parte de la mano de obra está conformada por temporeros. Salvo excepciones, estos trabajadores no viven en el predio, sino que viajan diariamente desde las aldeas cercanas, pero en tiempos de cosecha se trasladan incluso de una región a otra. Para estos casos se construyen barracas para su alojamiento. Ya se trate de unos u otros, por ley todos deben tener contratos de obrero, con los deberes y derechos de cualquier otro trabajador. Las características más notables del paisaje modelado por este sistema son:
Estas empresas pueden explotar distintos rubros y de acuerdo a ello, varía el paisaje:
En los oasis del Norte Grande los cultivos predominantes son las hortalizas
y frutales en medio de la aridez del desierto. En las regiones de La Araucanía y Los Lagos coexisten empresas forestales, ganaderas y cerealeras y también las que combinan ganadería y agricultura. Característico de este paisaje son los pequeños bosquecillos en medio de los potreros, que brindan protección a los animales, sombra en verano y reparo en invierno. En el caso de las plantaciones forestales se aprecia la ausencia de hábitat: es una actividad que expulsa a los residentes, no así los bosques nativos que se ven interrumpidos por casas aisladas o por villorrios o aldeas. En la región de Aisén las empresas son forestales o ganaderas. El paisaje es eminentemente boscoso. Mucho de la ganadería se desarrolla en los bosques. Hay zonas extensas que muestran los restos de los grandes incendios provocados por los colonos, a comienzos del siglo XX para disponer de tierras de cultivo.
En las estancias magallánicas predomina en forma absoluta la ganadería ovina. El paisaje se destaca por vastas extensiones sin cerco alguno, cubiertas de pastizal natural, donde es posible encontrar hatos de numerosos animales. Distanciadamente se encuentran las agrupaciones de casas de cada estancia, conformadas por la casa habitación y galpones de esquila. 5. PARCELAS DE LA REFORMA AGRARIA
Estos predios son las tierras expropiadas a las grandes
propiedades y que fueron asignadas a los campesinos durante el proceso
de reforma agraria. Su superficie está definida en la ley de
Reforma Agraria, Nº 16.640, como la suficiente para que una familia
pueda vivir y prosperar de su explotación, la cual se estableció
en 8 HRB (hectárea
de riego básica).
Estas explotaciones fueron concebidas para ser trabajadas en forma cooperativa: todos los parceleros tenían ingerencia en la administración de la empresa a través de la directiva elegida por ellos mismos y asimismo, debían participar en los trabajos. Este sistema no prosperó, los predios pasaron a manejarse como explotaciones particulares, las cuales tampoco tuvieron éxito y todo el proceso terminó por fracasar prácticamente en su totalidad. Los parceleros vendieron sus tierras a los nuevos empresarios agrícolas, a veces a los antiguos dueños, pero conservaron la casa y el sitio; estos dieron origen a aldeas rurales, proveedoras de mano de obra asalariada para las explotaciones cercanas, aumentando la densidad de la edificación. Precisamente estas aldeas son las huellas que permanecen de ese sistema que no alcanzó a durar treinta años. Su impronta en el paisaje se caracterizó por:
6. COMUNIDADES AGRICOLAS
Como su nombre lo indica, las personas que pertenecen a una comunidad
tienen en común la propiedad o el usufructo de la tierra.
Las cuatro primeras corresponden a diferentes pueblos indígenas y la última, a descendientes de españoles que se instalaron en esa región en los tiempos de la Colonia. El impacto en el territorio está fuertemente relacionado tanto
con la historia y tradición del pueblo respectivo como con las
condiciones agroclimáticas de la zona. 6.1 Los Pueblos del Altiplano Son pueblos de origen aymará que ocupan en forma comunitaria las tierras fiscales en la zona altiplánica de la Región de Parinacota. Desde tiempos ancestrales ellos reconocen estas tierras como propias. Acorde con las características del medio, la única actividad agraria que desarrollan estos pueblos es el pastoreo de llamas y alpacas. Las huellas en el paisaje son:
6.2 Pueblos de la Sierra
También son pueblos de origen aymará que se han establecido en las sierras del norte de Chile, aprovechando las laderas de las quebradas para sus cultivos. En cuanto al agua necesaria, dependen absolutamente de las lluvias de verano en el altiplano que alimentan las quebradas. Para aprovechar mejor el poco suelo disponible estas comunidades han construido grandes terrazas que existen desde la época prehispánica. Justamente estas terrazas son el testimonio de un trabajo mancomunado necesario tanto para la construcción de las mismas y de canales de riego como para su mantenimiento, aun cuando ya las tierras dejaron de ser comunitarias. No obstante, el manejo de la escasa agua disponible exige una administración comunitaria. Tanto por la calidad del suelo como por la pendiente y las características
climáticas, la variedad de cultivos es mínima: hortalizas,
principalmente papas y maíz para el autoconsumo y algunos productos
para el comercio, como orégano y ajos. Las características del paisaje agrario son:
6.3 Antiguas Comunidades de los Oasis del Norte Grande
Las comunidades tradicionales de origen quechua, principalmente, reciben el nombre de ayllo y ocupan pequeños oasis del Norte Grande. Este tipo de comunidades son especialmente identificables en los alrededores de San Pedro de Atacama. El vocablo ayllo, no solamente alude al territorio de enclave del poblado, sino también al grupo emparentado por relaciones de sangre.
Antiguamente el jefe del ayllo ordenaba no sólo el trabajo comunitario, sino también el lugar y la superficie que se destinaría a los diferentes cultivos. En la actualidad la comunidad en sí misma no es una unidad de producción, sino un territorio compartido por un número de familias que produce de manera individual; sin embargo, existen mecanismos institucionalizados que regulan y facilitan la constitución de grupos de cooperación y que norman las reglas de comportamiento entre sus integrantes, las obligaciones que cada uno tiene con los otros y la distribución de tareas como por ejemplo, la construcción y mantenimiento de canales de riego, vital para la agricultura. La pequeñez de muchos de estos oasis sólo permite una agricultura de autoconsumo, tanto en hortalizas como en chacras y frutales. Actualmente el sello en el paisaje es:
6.4 Comunidades Mapuches Se radican mayoritariamente en las regiones VIII y IX. Tienen su origen en el momento histórico conocido como la “Pacificación de la Araucanía” a fines del siglo XIX. Las tierras conquistadas fueron repartidas por el gobierno de Chile entre los mapuches y colonos chilenos y extranjeros, principalmente a suizos, italianos, españoles y alemanes. A los mapuches, el Gobierno les entregó la tierra en forma de reducciones, es decir, en predios de propiedad comunitaria a tres o cuatro familias. La tenencia en cambio, fue individual desde un principio, con derecho a heredar o repartir en vida a los descendientes. Esta situación y la imposibilidad de adquirir tierras contiguas llevó a subdivisiones sucesivas con la consiguiente atomización de la superficie entregada a cada familia. La enajenación de tierras mapuches ha tenido diversas regulaciones legales a lo largo del tiempo. Este hecho se refleja en el paisaje en un patrón
muy irregular, tanto en la parcelación del terreno como en
la distribución de las casas. Entre 1978 y 1993 por ley se cambió la forma de tenencia de la tierra, de usufructuario a propietario. Este hecho no produjo cambios en el paisaje, porque no los hubo en la forma de explotar la tierra. Las características paisajísticas en estas comunidades son las siguientes:
6.5 Comunidades Agrícolas del Norte Chico de Chile Las comunidades agrícolas del semiárido chileno constituyen sistemas socioeconómicos en donde un cierto número de personas, unidas por lazos de parentescos, poseen conjuntamente una extensión de terrenos agrícolas, sobre los cuales tienen determinados derechos de dominio y usufructo. Sus orígenes se remontan a la época colonial cuando
se entregaron estas tierras en calidad de mercedes. Los actuales propietarios
son herederos de aquellos colonizadores. La difíciles condiciones
agroclimáticas determinaron que deviniera un proceso de empobrecimiento
del medio, lo que llevó a su vez a adoptar el sistema de coexistencia
de propiedad individual y colectiva que es la natural respuesta a las
dificultades del medio para conseguir la mayor autosuficiencia posible
en la producción agrícola ganadera.
En este sistema, diferente a todos los demás, cada comunidad
esta conformada por los siguientes tipos de predios: El Piso, contiguo al goce o separado de él, es el terreno asignado también en forma individual a cada comunero para la construcción de su casa. A veces se arriendan estos terrenos a un afuerino. En este terreno además de la casa, se construye un corral para cabras. Las Lluvias son terrenos de secano destinados a la explotación de cereales, principalmente trigo. Respecto a la extensión y número de lluvias, son variables en el tiempo. Las lluvias se conceden anualmente. La superficie otorgada está condicionada principalmente a la capacidad económica del comunero, así como a la cantidad y calidad de la tierra disponible. La irregularidad de las precipitaciones, la mala calidad de los suelos y la falta de fertilización se traducen en rendimientos exiguos y una vez agotado el suelo, la lluvia debe permanecer al menos cinco años en descanso. Las formas son irregulares, siguiendo las inflexiones del relieve. No poseen cerco, puesto que es obligación del comunero que ha sembrado la lluvia, mantenerla abierta para el talaje de los animales de la Comunidad en el período posterior a la cosecha. Lo más frecuente es que un comunero posea una lluvia de extensión no superior a seis hectáreas.
El campo común comprende los terrenos de secano y de topografía difícil, que son utilizados por todos los miembros de la Comunidad para el talaje de los animales, corta de arbustos, matorrales y cactus para leña y cercos y también para la extracción de hierbas medicinales. Estos terrenos han sufrido un intenso proceso erosivo por la actividad antrópica y el pisoteo y talaje de animales, exclusivamente caprino. Todos los comuneros tienen derechos de uso de los terrenos del campo común. La superficie que corresponde a cada comunero varía de una Comunidad a otra. Así también la cuota, ya sea de número de cabezas permitidas o el precio a pagar por derecho a talaje en la estepa, está reglamentada y varía de una comunidad a otra. Otras veces, la existencia ganadera está regulada por la disponibilidad forrajera de los campos para mantener y alimentar el ganado. Es en el campo común donde se encuentra la base económica de estas Comunidades, la crianza de cabras, cuyos subproductos, queso, carne y cuero, son los únicos productos comercializables en estas explotaciones. La realidad de estas comunidades es un ejemplo de explotaciones extensas que toman el carácter de minifundio o, a lo más, de explotaciones de autoconsumo, salvo en los contados casos donde el conjunto de comuneros ha aceptado poner en marcha algunos programas de gestión, consiguiendo resultados positivos y transformándose en pequeñas empresas, siempre en base a la ganadería caprina. Las marcas que se pueden apreciar en el paisaje de las comunidades agrícolas del Norte Chico son:
7. EXPLOTACIONES FAMILIARES
Son explotaciones manejadas por una familia y que, tomando los criterios de la reforma agraria, pueden tener una superficie de hasta 40 HRB, superficie que se fijó para el tamaño de la reserva de los fundos al final del proceso. De acuerdo a los resultados finales de la producción, se pueden
distinguir los siguientes tipos de explotaciones familiares: minifundio,
ya explicado, explotaciones de autoconsumo y empresa agrícola
familiar. 7.1 Explotación de Autoconsumo Es una explotación familiar donde la mayor parte de la producción, más del 50 %, se destina al consumo de la misma familia y que llegan a tener excedentes, los cuales son comercializados. Por esta razón, la producción es muy diferenciada, incluyendo cereales, legumbres, papas y algunos frutales. También se crían animales para producción de carne y leche. La mano de obra proviene mayoritariamente de la misma familia, pero también pueden tener uno o dos trabajadores permanentes y algunos temporeros en los momentos de siembra y cosecha. En el paisaje se reconoce por:
7.2 Empresa Agrícola Familiar
Según los conceptos de la reforma agraria este sistema agrario
corresponde a explotaciones de 8 HRB como mínimo. Sin embargo,
puede haber predios de reducido tamaño – menos de 3HRB-
que, debido a sus excelentes condiciones productivas y a la capacidad
empresarial de los productores tienen las características de
una empresa familiar. En general estas explotaciones se dedican a rubros
de alto rendimiento, tales como almácigos,
viveros forestales, hortalizas de alta demanda y frutales menores. Este sistema se caracteriza por el uso casi exclusivo de mano de obra familiar, aunque puede utilizar mano de obra contratada permanente -1 a 3 trabajadores – y más numerosa en épocas de cosecha, dependiendo su número del rubro a que se dedica la explotación. Muchas veces se combina en ellas agricultura y ganadería. En estas explotaciones existe cierto grado de mecanización y utiliza tecnología actualizada pero lo más característico es que la producción está destinada en su mayor parte, sobre el 60%, a la comercialización.
Se reconoce en el paisaje resultante por los siguientes elementos:
Ejercicios
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
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FUENTES DE IMÁGENES Cartas topográficas Fotos Fotos aéreas |
Ayudante del proyecto Eduardo P. Henríquez Vargas. |
Este proyecto fue financiado por el Fondo de Desarrollo de la Docencia de la Pontificia Universidad Católica de Chile. |