Relativo a los tejidos.
 

La promoción de la salud en los ancianos va dirigida a mejorar y mantener la salud en él más alto nivel de función y con la meta de la mayor independencia posible. Es clave en la intervención la educación y la promoción del cuidado de sí mismo.

Los diferentes estamentos de gobierno han establecido políticas orientadas a promover la salud y la calidad de vida de los adultos mayores, las cuales delinean actividades especificas en el ámbito de la atención de salud.

PROMOCIÓN Y PREVENCIÓN

Riesgos de la Etapa

Alimentación

Riesgo

Acciones

Actividades Física

Riesgo

Acciones

Reposo y Sueño

Riesgo

Acciones

Interacción Social

Riesgo

Acciones

 

Riesgos de la Etapa

El envejecimiento no es sinónimo de enfermedad, sino que significa disminución de la capacidad de adaptación del organismo ante situaciones de estrés, determinando así una mayor susceptibilidad. Esta pérdida de función conlleva una respuesta diferente ante la enfermedad, por ejemplo existe una mayor susceptibilidad a las infecciones a causa de reducción en la protección que da una mucosa intacta, a la disminución en la eficacia de los cilios bronquiales, y a los cambios de composición de los tejidos conectivos de los pulmones y el tórax.

Es posible observar en los adultos mayores:

  • Mayor vulnerabilidad a la presencia de enfermedad y muerte.
  • Mayor incidencia de enfermedades crónicas y degenerativas (enfermedad de Alzheimer, enfermedad de Parkinson, artrosis entre otras)
  • Manifestaciones clínicas diferentes frente a las enfermedades (menor sensibilidad al dolor agudo, confusión, ausencia de fiebre frente a las infecciones)
  • Mayor tiempo para la recuperación de la normalidad después de un proceso agudo.
  • Cambios en la composición y la función corporal que afectan la cinética y la dinámica de los fármacos ( descenso de masa muscular y agua corporal total, aumento de la grasa corporal, deterioro de la función renal, alteración de la sensibilidad de receptores tisulares) lo que lleva a que tengan reacciones adversas frente a ciertos fármacos en dosis terapéuticas.

Es por estas razones que el adulto mayor puede presentar variados factores de riesgo variados los cuales se analizaran a continuación.

 

 


 

 

Alimentación

Riesgos

Los cambios del aparato digestivo, pueden llevar a mal nutrición, deshidratación, estreñimiento, disminución de la absorción de hierro, calcio, vitamina B12 y ácido folico.

La nutrición se requiere para cubrir las necesidades energéticas y de renovación de tejidos, enzimas y hormonas, así como asegurar las necesidades de agua, vitaminas y minerales, proporcionando un equilibrio.

En el anciano los requerimientos nutritivos se ven condicionados por:
  • Reducción de los requerimientos fisiológicos, como consecuencia de una disminución del metabolismo basal, de carácter involutivo.
  • Mayor incidencia de enfermedades o incapacidades que condicionan el gasto de energía.
  • Factores psicológicos. Los hábitos alimenticios se configuran en edades tempranas y se rigen en cierta medida por las costumbres familiares, profesión, clima, raza, religión y disponibilidad de elementos básicos. Cualquier circunstancia que cambie estas costumbres puede alterar el proceso normal de alimentación y, por tanto la nutrición.
    La soledad, depresión, ansiedad, etc, determinan deterioro de la calidad y tipo de alimentación.

 


 

Acciones

  • Comer cuatro comidas al día.
  • Ingerir una dieta equilibrada, que incluya carnes blancas, legumbres, siendo rica en frutas y verduras.
  • Desarrollar actividad física, caminar 30 minutos diarios, para favorecer la función digestiva.
  • Tomar al menos 2 litros de agua al día.
  • Mantener en los posible costumbres que el adulto tiene frente a la alimentación.
  • Seguir las indicaciones de dieta especial cuando se requiera.

 

 


 

Actividad Física

Riesgos

Los adultos mayores pueden desarrollar la mayoría de las actividades que realizaban cuando eran más jóvenes, pero a menor velocidad. La calidad de las respuestas de los adultos mayores se ve afectada por el factor tiempo y por alteraciones a nivel del centro del equilibrio, esto lleva a que tarden más en adaptarse al ambiente y en tomar decisiones, esto puede exponerlos a caídas.

El sedentarismo puede provocar en el adulto mayor pérdida ósea, lo que también se configura en un factor de riesgo de accidentes y caídas.

 


 

Acciones

La actividad física moderada ( pasear) ha demostrado ser eficaz en la prevención de la osteoporosis; incluso hay estudios que muestran un aumento de masa ósea con el ejercicio, sin embargo este debe estar indicado por un especialista.

Es importante el papel de la prevención de caídas ( el 90% de las fracturas de fémur se asocian a una caída)

Hay una serie de medidas que esta probado ayuda a disminuir el riesgo de caídas en la tercera edad, las que se revisaran a continuación.

  • Vestuario: usar ropa cómoda, zapatos de tacón ancho y suela de goma, que permitan desplazarse sin dificultad.
  • Iluminación: hay recintos que requieren más luz, mantener una lámpara o interruptor cerca de la cama y evitar caminar en la oscuridad.
  • Suelo. Mantenerlo seco, despejado de juguetes, cables eléctricos, maceteros, mangueras, etc. Fijar las esquinas y bordes de alfombras y felpudos.

  • Escalera. Instalar unos pasamanos firmes y seguros a uno o ambos lados de esta. Verificar el buen estado de los escalones, se recomienda cubrirlos con goma antideslizante.
  • Baños. Usar pisos antideslizantes dentro y fuera de la ducha. Colocar barras para afirmarse, dentro de la ducha y al lado del excusado.
  • Muebles. Distribuirlos de modo que permitan una circulación expedita. Instalar estantes y repisas al alcance.

 

 


 

 

Reposo y Sueño

Riesgos

El sueño con la edad sufre modificaciones, en relación al el sueño nocturno en las personas de la tercera edad este parece fragmentarse, disminuye la duración total de éste y la cantidad de sueño profundo ( estadios III y IV ) por tanto de sueño reparador, con la consiguiente sensación subjetiva de no sentirse descansado al despertar.

 Entre los 60 y 70 años de edad o más, el sueño lento y profundo está casi ausente. Esto trae por consecuencia la presencia de sueño ligero ( estadios I y II ) . El tiempo que los ancianos pasan en cama sin dormir aumenta marcadamente a partir de los 60 años, al igual que la frecuencia de idas al baño en la noche y despertar temprano por las mañanas.

Por otro lado, entre los 70 y 80 años, el número de despertares nocturnos se incrementa sensiblemente, ya sea porque el sueño es fragmentado o porque necesitan más tiempo para conciliar el sueño y quedarse acostados, lo que los lleva a tener la sensación de una mala calidad de sueño.

En la medida que una persona va avanzando en años, producto del aumento de los despertare nocturnos, los periodos de vigilia durante el día empiezan a ser interrumpidos por periodos cortos de sueño que pueden durar de 1 a 10 segundos o por siestas. Los hombres tienen menor continuidad de su sueño en comparación con las mujeres de su misma edad, teniendo mayor dificultad para mantener un sueño continuo, sobre todo en las dos últimas horas de la noche. Después de los 65 años se duerme menos en general y la diferencia de sueño prácticamente no varía entre hombres y mujeres.

En las personas de edad, la distribución temporal del sueño paradojal ( sueño rem) es uniforme en el curso de la noche, en oposición a lo que sucede con los jóvenes en los que este es mayor al final de la noche.

La cantidad de tiempo que un adulto mayor ocupa en dormir, es mucho menor que el que suele pasar en cama, y también es mucho menor el tiempo aprovechando en un dormir profundo.

Como se mencionó anteriormente, los despertares durante la noche son mucho más frecuentes en esta edad, aunque no se conoce muy bien la causa de esto, sin embargo, pueden inferirse factores tales como afecciones cardiopulmonares, apnea del sueño y dolores en general.

Dado que los trastornos del sueño se hacen más frecuentes con la edad avanzada, el uso de somníferos se acrecienta. La gente de edad reacciona en forma diferente a estos medicamentos y pueden presentar dos efectos colaterales: trastornos del equilibrio, confusión, síntomas atribuidos erróneamente a la senilidad. Esto lleva a determinar que en la vejez deba procederse de modo especialmente cuidadoso con el uso y prescripción de los somníferos.

 

 

 


 

 

Acciones

 

  • Iluminación: evitar la entrada de luz mientras se duerme. Eliminar luces de aparatos eléctricos.
  • Ruidos: evitar aquellos ruidos que perturban; por ejemplo tic tac de relojes o goteras.
  • Temperatura: mantener en la habitación un ambiente fresco y agradable.
  • Colchón: preferir uno liso, si es posible cambiarlo de posición periódicamente para evitar que se deforme.


  • Almohada: probar distintas alturas hasta ubicar la que mejor se acomode a la anatomía, debe ser cómoda para el cuello, es decir, ni muy alta ni muy baja.
  • Ropa: Elegir camisa de dormir o pijama cómodo, idealmente de algodón. Sábanas suaves para hacer del dormir algo satisfactorio.
  • Usar las frazadas necesarias para sentirse abrigado; sin que estas signifiquen peso sobre el cuerpo.

  • Mantener una actividad durante el día y evitar estar en el dormitorio.
  • Si es necesaria una siesta, esta no debe ser superior a 1 y media hora.
  • Tratar de exponerse a la luz natural durante el día, en la mañana y luego por la tarde por lo menos 30 a 40 minutos, de esta manera se ayuda a retrasar el ciclo adelantado de sueño que característicamente poseen.

  


 

 

Interacción Social

Riesgos

El mantenimiento de la salud mental de los ancianos se debe realizar desde la prevención primaria a través de la educación de ellos y de sus familiares, para que estos sepan atenderlos y apoyarlos.

Es fundamental promover la autovalencia a quienes entran en la tercera edad y que participen en cursos que los preparen a enfrentar esta etapa de vida.

En este aspecto, las acciones que realicen tanto los familiares como los propios adultos mayores, contribuyen a establecer encuentros más significativos entre ambos.

Muchos adultos mayores pueden caer en depresión si cambian de hábitat, son institucionalizados o se les cambian radicalmente sus costumbres. Un buen ambiente donde vivir en la tercera edad contribuye a tener una mejor salud mental

 


 

 

Acciones

La familia puede contribuir a la salud mental de los ancianos a través de :
  • Visitar o ser visitados por sus seres queridos.
  • Si no es posible juntarse con ellos, comunicarse por teléfono.
  • Preocuparse por expresar el cariño de diversas formas.
  • Ofrecer compañía a sus seres queridos cuando la necesite.
  • Escucharlos y tratar de comprenderlos .
  • Compartir con ellos sus penas y alegrías.
  • Hacerlos sentir útiles




Realice su control de salud periódicamente y cumpla con las recomendaciones indicadas por su médico y enfermera. La asistencia a estos controles es una de las acciones fundamentales que nos ayudarán a prevenir problemas de salud, curar enfermedades si es que ya existen y evitar complicaciones.