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Mayor
vulnerabilidad a la presencia de enfermedad y
muerte.
- Mayor
incidencia de enfermedades crónicas y
degenerativas (enfermedad de Alzheimer,
enfermedad de Parkinson, artrosis entre
otras)
- Manifestaciones
clínicas diferentes frente a las
enfermedades (menor sensibilidad al dolor agudo,
confusión, ausencia de fiebre frente a
las infecciones)
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Mayor
tiempo para la recuperación de la
normalidad después de un proceso
agudo.
- Cambios en la
composición y la función corporal
que afectan la cinética y la
dinámica de los fármacos (
descenso de masa muscular y agua corporal total,
aumento de la grasa corporal, deterioro de la
función renal, alteración de la
sensibilidad de receptores tisulares)
lo que lleva a que tengan reacciones adversas
frente a ciertos fármacos en dosis
terapéuticas.
Es por estas
razones que el adulto mayor puede presentar
variados factores de riesgo variados los cuales se
analizaran a continuación.
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Alimentación
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Riesgos
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Los
cambios del aparato digestivo, pueden llevar a
mal nutrición, deshidratación,
estreñimiento, disminución de la
absorción de hierro, calcio, vitamina B12 y
ácido folico.
La
nutrición se requiere para cubrir las
necesidades energéticas y de
renovación de tejidos, enzimas y hormonas,
así como asegurar las necesidades de agua,
vitaminas y minerales, proporcionando un
equilibrio.
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En
el anciano los requerimientos nutritivos se ven
condicionados por:
- Reducción
de los requerimientos fisiológicos, como
consecuencia de una disminución del
metabolismo basal, de carácter
involutivo.
- Mayor
incidencia de enfermedades o incapacidades que
condicionan el gasto de
energía.
- Factores
psicológicos. Los hábitos
alimenticios se configuran en edades tempranas y
se rigen en cierta medida por las costumbres
familiares, profesión, clima, raza,
religión y disponibilidad de elementos
básicos. Cualquier circunstancia que
cambie estas costumbres puede alterar el proceso
normal de alimentación y, por tanto la
nutrición.
La soledad, depresión, ansiedad, etc,
determinan deterioro de la calidad y tipo de
alimentación.
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Acciones
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Comer
cuatro comidas al día.
- Ingerir una
dieta equilibrada, que incluya carnes blancas,
legumbres, siendo rica en frutas y
verduras.
- Desarrollar
actividad física, caminar 30 minutos
diarios, para favorecer la función
digestiva.
- Tomar al
menos 2 litros de agua al
día.
- Mantener en
los posible costumbres que el adulto tiene
frente a la alimentación.
- Seguir las
indicaciones de dieta especial cuando se
requiera.
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Actividad
Física
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Riesgos
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Los
adultos mayores pueden desarrollar la
mayoría de las actividades que realizaban
cuando eran más jóvenes, pero a menor
velocidad. La calidad de las respuestas de los
adultos mayores se ve afectada por el factor tiempo
y por alteraciones a nivel del centro del
equilibrio, esto lleva a que tarden más en
adaptarse al ambiente y en tomar decisiones, esto
puede exponerlos a caídas.
El sedentarismo
puede provocar en el adulto mayor pérdida
ósea, lo que también se configura en
un factor de riesgo de accidentes y caídas.
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Acciones
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La
actividad física moderada ( pasear) ha
demostrado ser eficaz en la prevención de la
osteoporosis; incluso hay estudios que muestran un
aumento de masa ósea con el ejercicio, sin
embargo este debe estar indicado por un
especialista.
Es importante el
papel de la prevención de caídas ( el
90% de las fracturas de fémur se asocian a
una caída)
Hay una serie de
medidas que esta probado ayuda a disminuir el
riesgo de caídas en la tercera edad, las que
se revisaran a continuación.
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Vestuario:
usar ropa cómoda, zapatos de tacón
ancho y suela de goma, que permitan desplazarse
sin dificultad.
Iluminación:
hay recintos que requieren más luz,
mantener una lámpara o interruptor cerca
de la cama y evitar caminar en la oscuridad.
Suelo.
Mantenerlo seco, despejado de juguetes, cables
eléctricos, maceteros, mangueras, etc.
Fijar las esquinas y bordes de alfombras y
felpudos.
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Escalera.
Instalar unos pasamanos firmes y seguros a uno o
ambos lados de esta. Verificar el buen estado de
los escalones, se recomienda cubrirlos con goma
antideslizante.
Baños.
Usar pisos antideslizantes dentro y fuera de la
ducha. Colocar barras para afirmarse, dentro de
la ducha y al lado del excusado.
Muebles.
Distribuirlos de modo que permitan una
circulación expedita. Instalar estantes y
repisas al alcance.
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Reposo
y Sueño
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Riesgos
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El
sueño con la edad sufre modificaciones, en
relación al el sueño nocturno en las
personas de la tercera edad este parece
fragmentarse, disminuye la duración total de
éste y la cantidad de sueño profundo
( estadios III y IV ) por tanto de sueño
reparador, con la consiguiente sensación
subjetiva de no sentirse descansado al
despertar.
Entre los
60 y 70 años de edad o más, el
sueño lento y profundo está casi
ausente. Esto trae por consecuencia la presencia de
sueño ligero ( estadios I y II ) . El tiempo
que los ancianos pasan en cama sin dormir aumenta
marcadamente a partir de los 60 años, al
igual que la frecuencia de idas al baño en
la noche y despertar temprano por las
mañanas.
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Por
otro lado, entre los 70 y 80 años, el
número de despertares nocturnos se
incrementa sensiblemente, ya sea porque el
sueño es fragmentado o porque necesitan
más tiempo para conciliar el sueño y
quedarse acostados, lo que los lleva a tener la
sensación de una mala calidad de
sueño.
En la medida que
una persona va avanzando en años, producto
del aumento de los despertare nocturnos, los
periodos de vigilia durante el día empiezan
a ser interrumpidos por periodos cortos de
sueño que pueden durar de 1 a 10 segundos o
por siestas. Los hombres tienen menor continuidad
de su sueño en comparación con las
mujeres de su misma edad, teniendo mayor dificultad
para mantener un sueño continuo, sobre todo
en las dos últimas horas de la noche.
Después de los 65 años se duerme
menos en general y la diferencia de sueño
prácticamente no varía entre hombres
y mujeres.
En las personas
de edad, la distribución temporal del
sueño paradojal ( sueño rem) es
uniforme en el curso de la noche, en
oposición a lo que sucede con los
jóvenes en los que este es mayor al final de
la noche.
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La
cantidad de tiempo que un adulto mayor ocupa en
dormir, es mucho menor que el que suele pasar en
cama, y también es mucho menor el tiempo
aprovechando en un dormir profundo.
Como se
mencionó anteriormente, los despertares
durante la noche son mucho más frecuentes en
esta edad, aunque no se conoce muy bien la causa de
esto, sin embargo, pueden inferirse factores tales
como afecciones cardiopulmonares, apnea del
sueño y dolores en general.
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Dado
que los trastornos del sueño se hacen
más frecuentes con la edad avanzada, el uso
de somníferos se acrecienta. La gente de
edad reacciona en forma diferente a estos
medicamentos y pueden presentar dos efectos
colaterales: trastornos del equilibrio,
confusión, síntomas atribuidos
erróneamente a la senilidad. Esto lleva a
determinar que en la vejez deba procederse de modo
especialmente cuidadoso con el uso y
prescripción de los somníferos.
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Acciones
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Iluminación:
evitar la entrada de luz mientras se duerme.
Eliminar luces de aparatos eléctricos.
Ruidos:
evitar aquellos ruidos que perturban; por
ejemplo tic tac de relojes o goteras.
Temperatura:
mantener en la habitación un ambiente
fresco y agradable.
Colchón:
preferir uno liso, si es posible cambiarlo de
posición periódicamente para
evitar que se deforme.
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Almohada:
probar distintas alturas hasta ubicar la que
mejor se acomode a la anatomía, debe ser
cómoda para el cuello, es decir, ni muy
alta ni muy baja.
Ropa:
Elegir camisa de dormir o pijama cómodo,
idealmente de algodón. Sábanas
suaves para hacer del dormir algo satisfactorio.
Usar
las frazadas necesarias para sentirse abrigado;
sin que estas signifiquen peso sobre el cuerpo.
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Mantener
una actividad durante el día y evitar
estar en el dormitorio.
Si
es necesaria una siesta, esta no debe ser
superior a 1 y media hora.
Tratar
de exponerse a la luz natural durante el
día, en la mañana y luego por la
tarde por lo menos 30 a 40 minutos, de esta
manera se ayuda a retrasar el ciclo adelantado
de sueño que característicamente
poseen.
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Interacción
Social
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Riesgos
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El
mantenimiento de la salud mental de los ancianos se
debe realizar desde la prevención primaria a
través de la educación de ellos y de
sus familiares, para que estos sepan atenderlos y
apoyarlos.
Es fundamental
promover la autovalencia a quienes entran en la
tercera edad y que participen en cursos que los
preparen a enfrentar esta etapa de vida.
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En
este aspecto, las acciones que realicen tanto los
familiares como los propios adultos mayores,
contribuyen a establecer encuentros más
significativos entre ambos.
Muchos adultos
mayores pueden caer en depresión si cambian
de hábitat, son institucionalizados o se les
cambian radicalmente sus costumbres. Un buen
ambiente donde vivir en la tercera edad contribuye
a tener una mejor salud mental
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Acciones
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La familia puede
contribuir a la salud mental de los ancianos a
través de :
- Visitar o ser
visitados por sus seres queridos.
- Si no es
posible juntarse con ellos, comunicarse por
teléfono.
- Preocuparse
por expresar el cariño de diversas
formas.
- Ofrecer
compañía a sus seres queridos
cuando la necesite.
- Escucharlos y
tratar de comprenderlos .
- Compartir con
ellos sus penas y alegrías.
- Hacerlos
sentir útiles
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Realice
su control de salud periódicamente y cumpla
con las recomendaciones indicadas por su
médico y enfermera. La asistencia a estos
controles es una de las acciones fundamentales que
nos ayudarán a prevenir problemas de salud,
curar enfermedades si es que ya existen y evitar
complicaciones.
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