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El
óptimo crecimiento y desarrollo del
niño esta íntimamente unido a la
supervisión de la salud. La atención
subsiguiente, realizada mediante el control de
niño sano tiene por finalidad promover el
desarrollo de las potencialidades por medio de la
determinación de las vulnerabilidades,
especialmente presentes en esta etapa de la vida.
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Riesgos
de la etapa
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Los
riesgos de esta etapa están definidos o
asociados fundamentalmente a la relación que
existe entre el grado de madurez
anatomofisiológica y la satisfacción
de las necesidades básicas que sustenta el
crecimiento y el desarrollo bio-psicosocial.
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Por
otro lado, los riesgos de esta etapa,
también van a estar determinados por la
capacidad de auto cuidado asumido por sus padres y/
o cuidadores.
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Alimentación
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Riesgos
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Dada
las características del sistema digestivo y
glándulas anexas (hígado y
páncreas), el lactante esta expuesto a
alteraciones en su estado de salud y compromiso del
estado nutritivo, si la calidad y la cantidad de la
alimentación no se adecua a su
condición de inmadurez y no cubre las
necesidades que se derivan del acelerado
metabolismo de esta etapa.
Por lo tanto la
alimentación que recibe el niño debe
de cumplir con los requerimientos y recomendaciones
para su edad.
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El
mayor riesgo a que está expuesto el
niño son patologías carenciales como:
desnutrición, anemia, avitaminosis, los que
pueden comprometer su estado de salud. La carencia
de proteínas por ejemplo, puede influir
negativamente en el desarrollo del sistema
inmunológico, comprometer la
generación de nuevas células en
algunos de los órganos y en menor medida, en
la regeneración de tejidos.
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Una
consideración especial lo constituye la
hidratación. Se debe de recordar que en esta
edad el mayor contenido de líquido se
encuentra fundamentalmente en el espacio
extracelular, que depende del adulto para su
hidratación, que posee inmadurez del sistema
renal y una gran superficie de pérdidas de
líquido a través de la piel, que lo
exponen a uno de los riesgos más
importantes, la deshidratación.
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Acciones
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El
lactante debe tener una alimentación que
cumpla con un nivel seguro de ingesta de nutrientes
para mantener el ritmo de crecimiento y desarrollo
por lo que se debe promover la ingesta de elementos
nutritivos en proporción adecuada. Las
recomendaciones calóricas en relación
con la edad por kilo de peso al día van
disminuyendo progresivamente en el curso del
periodo como se ve en la tabla siguiente:
Edad
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Calorias
/K peso/día.
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0 -
2 meses
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120
calorias
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3 -
5 meses
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115
calorias
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6 -
8 meses
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110
calorias
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9 -
11 meses
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105
calorias
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1 a
2 años
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100
calorias
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Estas
calorías son aportadas por los diferentes
nutrientes. Los Hidratos de carbono (HC)
proporcionan entre el 50% al 60% de las
calorías,( 1gr.HC proporciona a la vez 4
cal.)
Las
proteínas entre el 9% al 15 % ( 1 gr.de
proteínas proporciona 4 cal.)y los
lípidos entre el 30% a 36% de las
calorías.( 1 gr.de lípidos
proporciona 9 calorías).
Otro elemento
vital en la alimentación del niño y
que es importante para la realización del
metabolismo celular es el agua; por lo tanto hay
que asegurar un nivel adecuado de ingesta.
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Los
requerimientos hídricos del lactante menor
hasta los seis meses se satisface exclusivamente a
través de la lactancia materna. Sin embargo
los requerimientos por kilo de peso diario son
durante el primer trimestre180 ml/ kilo/ peso
día, 2º trimestre160 ml/ kilo peso/
día, 2º semestre 150 ml/ kilo peso
/dia. Durante el segundo año la ingesta de
líquido aportada por la alimentación
no debe exceder los 1000 cc al día.
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El
lactante durante el primer semestre de vida no
puede consumir cualquier tipo de alimento,
sólo esta capacitado para succionar, por lo
tanto, el alimento debe ser de consistencia
líquida. Es importante, si las condiciones
ambientales constituida por la madres son
favorables, alimentarlo con leche materna.
Una lactancia
bien establecida es suficiente para el niño
hasta los seis meses de vida, recomendando
mantenerla hasta el primer año.
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Si
bien la leche materna proporciona la energía
y las proteínas necesarias, la madre debe de
preocuparse de adicionar vitamina D,vitamina A y
vitamina C, que el pediatra recomienda.
La
recomendación de la frecuencia de
alimentación de leche materna es a libre
demanda,dada la facilidad de digestión.
Habitualmente la alimentación es cada dos
horas, aumentando en forma progresiva hasta
alcanzar una frecuencia de cada cuatro horas.
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La
imposibilidad de amamantar al niño determina
necesariamente definir la alimentación
mediante fórmulas de leche artificial e
incorporarlas más tempranamente y a partir
de los cuatro meses incorporar la
alimentación no láctea.
En niños
mayores de tres meses se emplean leche enteras (26%
materia grasa) diluidas al 7,5% (7,5 grs de leche
en un volumen de 100cc de agua ) con el fin de
adaptarlas a las características del
lactante, adicionándoles azúcar al 5%
(5 grs de azúcar por 100 cc de agua) y
cereal al 3 o 5% (entre 3 a 5 grs. en 100 cc de
agua).
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Si
el pequeño se alimenta con esta leche, entre
el tercer y quinto mes se debe incorporar la
alimentación no láctea la que se
inicia con la administración de frutas y
posteriormente con el puré de verduras y
carne, reemplazando progresivamente el
biberón (primero el del almuerzo y
posteriormente el que corresponde a la cena.)
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PROGRESIÓN
DEL DESARROLLO PSICOMOTOR
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Durante
este periodo existe un espectacular progreso en el
desarrollo psicomotor, mediante el logro de la
marcha y la manipulación de los objetos, que
lleva al niño a tener un dominio del
ambiente.
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Riesgos
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Un
riesgo que se debe prevenir es el retraso del
desarrollo psicomotor por la falta de oportunidades
para ejercitar logros, y la carencia de
estimulación.
Se debe de
considerar que los riesgos no se limitan
sólo a los aspectos mencionados
anteriormente, sino la estrecha relación que
existe en la formación de estructuras y la
especialización de ellas, mediante el aporte
de nutrientes. En este aspecto es de interés
el logro de la maduración del sistema
nervioso central y de las terminaciones nerviosas
para la transmisión del impulso que
generará el movimiento.
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Acciones
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Durante
este periodo las actividades de estimulación
son fundamentales para el logro de nuevas
capacidades, éstas deben de depender del
nivel de energía e individualidad del
niño. Por otro lado los padres pueden dar
una adecuada estimulación,
alimentándolo, meciéndolo,
sosteniéndolo, cambiándolo de
posición, estableciendo contacto visual,
hablándole y cantándole. El
niño reacciona con todos los sentidos:
gusto, olfato, tacto, visión y
audición.
La estimulación debe orientarse para lograr
el mejor desarrollo del niño en las cuatro
áreas fundamentales del desarrollo
psicomotor:
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Motricidad
Gruesa:
Estimular para
que el niño adquiera fuerza muscular y
control de los movimientos y progrese de conductas
muy simples como sujetar la cabeza a
comportamientos más complejos como correr,
saltar, caminar, etc.
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Motricidad
Fina:
Estimular al
niño en la prehensión de objetos de
distintos tamaños y posteriormente de
objetos de mas difícil prehensión,
esto le va a permitir al niño afianzar el
movimiento de pinzas donde usa solo para tomar los
dedos índice y pulgar. Este logro
permitirá en el futuro el uso correcto del
lápiz o la habilidad de un tallador o un
cirujano.
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Lenguaje:
Al estimular esta
área se puede ayudar al niño para que
aprenda a comunicarse con las demás personas
a través de palabras,iniciándose este
desarrollo desde los primeros balbuceos.
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Coordinación
:
Mostrar al
niño objetos interesantes, para que los
examine, le saque sonidos, de colores y texturas
diferentes que le permita ir coordinando lo que
capta a través de sus sentidos, que coordine
lo que ve con lo que hace, o lo que oye con lo que
ve.
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Social:
Estimular al
niño y favorecer el contacto mediante
visitas o promoviendo la asistencia a sala cuna le
permite que interactúe con niños de
su edad y otras personas. El desarrollo social que
empieza a manifestarse con la primera sonrisa logra
a lo largo de este proceso que el niño
descubra y tome mayor conciencia de las personas
que lo rodean, aprenda a querer y respetar, a ser
querido y aceptado.
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HIGIENE
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Riesgos
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La
piel del lactante, como en la etapa del
recién nacido es delgada y muy sensible; por
lo tanto de menor resistencia a la acción de
sustancias irritantes externas y a agentes
infecciosos. La higiene de la piel se hace
necesaria especialmente en la región
génito anal donde la orina y las propias
deposiciones en el niño, se constituyen en
irritantes poderosos. Los riesgos que esta
condición determina, están
especialmente relacionados:
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Al
uso de sustancias como jabones de tocador con
perfumes, talco, colonias, que actúan
como agentes irritantes por el contenido de
alcohol.
Con
las deposiciones del lactante y la orina emitida
lo exponen al riesgo de desarrollar dermatitis
de contacto caracterizada por enrojecimiento y
erosiones de la piel que cubre la zona del
pañal.
A
la inmadurez de glándulas
sudoríparas que pueden obstruirse con
facilidad ocasionando lesiones caracterizadas
por enrojecimiento con pequeños
erupciones principalmente en cuello cara y
abdomen debido al calor ambiental, exceso de
abrigo y humedad permanente. Todas estas
lesiones lo exponen a riesgo de contraer
infecciones.
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Acciones
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Es conveniente
para mantener la indemnidad de la piel realizar
aseo prolijo en zona de pliegues, proporcionar
idealmente baño diario o día por
medio, usando jabón neutro, de glicerina e
insistir en secar prolijamente la piel.
Es recomendable,
como solución protectora el uso de aceite de
comer o vaselina.
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La zona del pañal es crítica, el
cambio o muda de pañales es de suma
importancia, para mantener el bienestar y comodidad
del niño. Se recomienda, en cuanto a la
frecuencia de este procedimiento, el cambio antes
de alimentarlo, especialmente después del
mes de edad. Sin embargo, dependiendo de los
hábitos de eliminación del
niño, a veces es necesario realizar la muda
después de alimentarlo, para no exponer a la
zona del pañal a permanecer en contacto con
las deposiciones por tiempo prolongado. Para
proteger aún más la zona se
recomienda cremas protectoras con vitamina
D.
Otras medidas
importantes a seguir, para mantener una piel sana
es la higiene de la ropa. Esta debe de ser lavada
con jabón en barra, enjuagándola
varias veces y secando al aire libre, no abrigar al
niño en exceso y no usar ropa de nylon.
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Reposo
- Sueño
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Riesgos
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El
sueño es esta etapa ocupa gran parte de las
horas del día. El recién nacido
duerme alrededor de 17 horas, a los 4 meses duermen
15 y a los 6-8 meses entre 13 y 14 horas .
A partir de los
8-10 meses, la organización y los ciclos del
sueño comienzan a ser muy parecidos a los
del adulto.
Durante los primeros 3 meses el adormecimiento
nocturno se produce generalmente con facilidad,
pero a partir de esta edad se observa cierta
dificultad en alcanzarlo; quizás relacionado
con el deseo de mantenerse contactado con su medio
ambiente.
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Hacia
los 3 meses la maduración de los sistemas de
control produce una distribución casi
estable de los periodos de sueño y vigilia
diurnos, por ello el patrón de sueño
está relativamente bien establecido hacia
las 12-16 semanas de vida.
Es importante
mantener un sueño reparador en los
niños desde el nacimiento, es imprescindible
fijarse en aspectos de hábitos y rutinas que
más adelante serán vitales para
mantener un sano dormir.
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Uno
de los problemas más frecuentes en los
lactantes es la apnea del sueño,
situación que se produce por causas no
determinadas con exactitud, entre las que se
mencionan: la inmadurez del sistema nervioso
central, aspiración de alimentos, postura
del niño de abdomen al dormir (boca abajo) o
sofocación por exceso de ropa.
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Por
otro lado, los problemas generados por malos
hábitos como dificultad para iniciar el
sueño y mantenerlo, son frecuentes a partir
de este período
Cuando los
niños tienen dificultades para dormir, se
genera una dinámica disfuncional en la
familia, alterándose el sueño de los
padres o cuidadores y pudiendo afectar el
vínculo afectivo con el niño.
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Acciones
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A
continuación se indican algunas acciones que
pueden influir positivamente en el sueño del
lactante:
- En los
primeros doce meses el niño requiere
desde 16-18 horas de sueño hasta 13- 14,
incluyendo las siestas. En la medida que
transcurren los meses y a finales de los 2
años el niño requerirá
dormir 10 horas, desapareciendo las siestas al
final de los 2 y medio a tres años.
- Desde que el
niño nace, debe poseer su propio espacio
para dormir. Idealmente se debe sacar de la
pieza de los padres antes de los 6 meses de
edad, cuando se da cuenta de quienes son sus
seres queridos.
- Es importante
considerar un equilibrio entre el sueño
diurno y el nocturno, ya que los niños
que duermen largas siestas de día pueden
tener dificultad para dormir en la noche. Se
recomienda, en los primeros meses dos siestas de
dos horas cada una, (a media mañana y
después de almorzar) y luego se van
disminuyendo paulatinamente.
- Antes de
acostarlo es preciso bajar el nivel de
estímulos ambientales o si el niño
está muy estimulado, esperar unos 20
minutos antes de acostarlo.
- Rutinas como
baño antes de acostarse, cambio de ropa,
favorecen la asociación con el dormir.
- No se debe
sobre abrigar al niño.
- El lugar para
dormir deberá estar libre de
estímulos visuales y auditivos como
móviles o adornos en exceso.
- Procurar
hacerlos dormir en su cuna.
- Si despierta
por la noche es importante identificar si tiene
alguna necesidad sin satisfacer, sin embargo, es
normal que el niño llore por un momento.
Si se acude inmediatamente que comienza a llorar
el niño lo asociará y luego
será una conducta adquirida que la
usará a permanencia.
- No se
recomienda alimentarlo cuando despierta por la
noche, después de los 4
meses.
- Tampoco es
conveniente pasarlo a la cama de los padres.
- El espacio
debe ser oscuro, libre de ruidos y con
temperatura ambiental entre 16 y 20 grados
Celsius.
- Si a pesar de
éstas medidas el niño tiene
problemas al dormir se le sugiere consultar a un
especialista.
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