Los únicos artrópodos
que poseen alas son los adultos (o imagos) de la clase
Insecta (y el preimago del orden Ephemeroptera). La
presencia de alas es una de las adaptaciones que les ha
proporcionado a este grupo de organismos grandes ventajas,
dado la posibilidad de gran desplazamiento y
dispersión. En general los insectos más
modernos vuelan con sus dos pares de alas como una sola
unidad (usando mecanismos de acoplamiento), o bien puede que
un par de alas no sea funcional para el vuelo (ej:
élitros, halterios). Algunos insectos, sobretodo
parásitos externos de vertebrados, que no necesitan
alas para su dispersión, han evolucionado de modo que
hoy en día son ápteros.
Las alas se forman por expansiones del integumento o
cutícula, unidas en la parte media, a
excepción de la zona de las venas, por donde circula
la hemolinfa, nervios y traqueas. Las venas además le
dan a las alas rigidez y propiedades
aerodinámicas.
La mayoría de las alas poseen forma más o
menos triangular, distinguiéndose la base
(vértice cerca del cuerpo), ápice
(vértice externo) y ángulo anal
(vértice posterior). Tienen grupos de venas
longitudinales y transversales, las que por su variabilidad
poseen valor taxonómico, es decir, sirven para
identificar grupos de insectos. Las áreas encerradas
por las venas se llaman celdas.
Las alas más comunes son membranosas, pero existen
alas con modificaciones en su textura, grosor, forma y/o
tamaño. De acuerdo a ello pueden recibir nombres
especiales.
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